INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[1757] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, CORAZÓN DE LA CIUDAD

Del Discurso Benvenuti a questo tradizionale appuntamento, al Alcalde y la Administración de Roma (Italia), 25 enero 1996

1996 01 25 0002

2. La familia es el corazón de la ciudad. Por este camino pasan todas las obras de renovación y fortalecimiento del entramado moral de Roma. Por tanto, sigue siendo un deber fundamental de las instituciones públicas crear las condiciones esenciales para que la familia pueda vivir una vida digna de su vocación.

A pesar de algunos resultados positivos recientes, demasiadas familias romanas viven todavía situaciones que no son plenamente dignas del hombre y de su destino. ¿Qué se puede decir de las zonas pobres de la ciudad, donde se ven tantas familias que buscan de forma incierta y, a veces humillante, lo necesario? ¿Cómo recordar la condición de muchos, demasiados, ancianos solos y casi olvidados; a las numerosas familias de los inmigrantes que, habiendo venido a Roma para buscar mejores posibilidades de vida, han tenido que afrontar con frecuencia la hostilidad y la explotación? ¿Cómo ignorar el drama de tantas familias afectadas por enormes problemas que derivan de la presencia en su casa de un enfermo o un minusválido, y las situaciones de tantos matrimonios jóvenes a los que las dificultades diarias, relacionadas con los excesivos costes de las viviendas, la incertidumbre del trabajo y la carencia de servicios, las hacen más frágiles y menos abiertas a la acogida de la vida?

También en Roma, lamentablemente, el fenómeno de la disminución de la natalidad, que afecta a Italia y a gran parte de los países industrializados, ha alcanzado niveles preocupantes. Afrontar este grave problema es un compromiso que nadie puede eludir, y mucho menos quien tiene responsabilidades administrativas e institucionales. Hace ya tiempo que la Iglesia de Roma hizo de la pastoral de la familia una de sus prioridades. A veces esta solicitud por la institución familiar no se comprende en su significado auténtico, y encuentra resistencias inexplicables. En cambio, espero que se pueda intensificar la colaboración entre quienes buscan el bien auténtico de las familias, de modo que se cree un clima cada vez más favorable a su pleno desarrollo. La visión evangélica de la vida, que la Iglesia propone constantemente, corresponde a las expectativas de fondo de la persona y, cuando la familia la hace suya, contribuye con seguridad a que la sociedad sea más acogedora y solidaria.

[O.R. (e. c.) 16.II.1996, 20]