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[1762] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EDUCAR EN EL VALOR DE LA VIDA Y EN LA AUTENTICIDAD DEL AMOR

Del Discurso Estoy profundamente emocionado, a los Jóvenes, en la Avenida Los Próceres de Caracas (Venezuela), 11 febrero 1996

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3. Queridos amigos, Cristo es el Dios de la Vida (cf. 1 Jn 1, 1-2). Por eso abrir las puertas a Cristo significa anunciar, celebrar y preservar el don de la vida. En esta época, amenazada por la cultura de la muerte, los jóvenes cristianos debéis ser testigos valientes de la dignidad de la persona, defensores de la vida humana en todas sus formas, y promotores incansables de sus derechos. Frente a una cultura de la muerte y ante alineaciones como el narcotráfico, la violencia, la negligencia ante las necesidades de los niños abandonados, de los enfermos y los ancianos, y particularmente ante gestos destructivos como el aborto y la eutanasia, os invito a ser “profetas de la vida”, trabajando por la cultura de la vida con la creatividad y generosidad que os caracterizan.

Quiero, en este momento, hacer un llamado a vuestros padres y profesores, y a todos los responsables de la educación en Venezuela. “Es necesario educar en el valor de la vida comenzando por sus mismas raíces. Es una ilusión pensar que se puede construir una verdadera cultura de la vida, si no se ayuda a los jóvenes a comprender y vivir la sexualidad, el amor y toda la existencia según su verdadero significado y su íntima correlación” (Evangelium vitae, 97).

De ello dependerá en gran parte que los jóvenes sepan difundir a su alrededor verdaderos ideales de vida y sean capaces de crecer en el respeto y en el servicio a cada persona, en la familia y en la sociedad.

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Santidad de la familia

4. Cristo, Redentor del hombre, lo es también de la familia. Por eso, abrir las puertas a Cristo significa robustecer la vida familiar. El Hijo eterno de Dios, al encarnarse en la Sagrada Familia de María y José, manifiesta y consagra la familia como santuario de la vida, célula fundamental de la sociedad. La santifica con el sacramento del matrimonio y la constituye en “centro y corazón de la civilización del amor” (Carta a las familias, 13).

Jóvenes venezolanos, es preciso que os preparéis bien para formar sólidamente vuestra propia familia. ¡Aprended a valorar y preservar el amor humano auténtico! Fomentad todo lo que favorezca la santidad, la unidad y la estabilidad de la familia, fundada sobre el sacramento indisoluble del matrimonio y abierta con generosidad al don de la vida. Es necesario y un deber de todos consolidar y defender el valor sagrado del propio hogar frente a comportamientos y costumbres que rompen la unidad y el afecto familiar.

[Insegnamenti GP II, 19/1, 312-313]

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra