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4. Como he recordado en la exhortación post-sinodal, “el Sínodo considera la inculturación como una prioridad y una urgencia en la vida de las Iglesias particulares para que el Evangelio arraigue realmente en África; ‘una exigencia de la evangelización’; ‘un camino hacia una plena evangelización’; uno de los desafíos mayores para la Iglesia en el continente a las puertas del tercer milenio” (Ecclesia in Africa, 59). El arraigo del Evangelio en vuestra cultura es una tarea difícil, que requiere la fidelidad al mensaje evangélico en toda su fuerza, respetando plenamente los valores africanos auténticos.

En esta perspectiva, la familia es uno de los lugares más importantes donde se puede desarrollar esta inculturación. La atención que prestáis desde hace muchos años al matrimonio para permitir que los valores cristianos penetren profundamente las realidades de vuestra sociedad, es una acertada contribución a la evangelización de la vida familiar. En vuestras diócesis, en colaboración con los sacerdotes y las religiosas, se realiza un esfuerzo inestimable a fin de preparar a las futuras parejas a los compromisos que asumirán para toda la vida. Invito a los jóvenes cristianos a participar con generosidad en esta iniciativa, en la que está en juego su futuro. Quisiera destacar aquí la misión particular que corresponde a las familias de los catequistas, sobre todo en relación con los jóvenes, que consiste en manifestar la grandeza del matrimonio cristiano como camino de santidad para responder a la vocación bautismal. El ejemplo diario de los matrimonios unidos alimenta frecuentemente el deseo de imitarlos. ¡Que en todas las ocasiones sean verdaderos defensores de la vida! ¡Que sean modelos de respeto a la dignidad de la mujer y testimonien el sentido de al responsabilidad de los padres en la educación humana y cristiana de sus hijos!

[O.R. (e. c.) 15.III.1996, 6]