INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[1785] • JUAN PABLO II (1978-2005) • COOPERACIÓN DE LA IGLESIA Y EL ESTADO EN LA PROTECCIÓN DE LA FAMILIA

Del Discurso It is whit great pleasure, al Embajador de Filipinas ante la Santa Sede, en la presentación de las Cartas Credenciales, 9 julio 1996

1996 07 09 0006

[6.–] En todo el mundo y, en especial en la zona asiática del Pacífico, existe una convicción cada vez más profunda de que hay que hacer mucho más para proteger a los niños contra todo tipo de abusos y explotación. Es necesario que los gobiernos intervengan con decisión, con toda la fuerza de la Ley, contra los que perjudican y escandalizan a los más indefensos. Hay que tomar todas las medidas que contribuyan a este fin, y alentar la cooperación a nivel internacional que las garantice y alivie la pobreza de la infancia que, con frecuencia, es el factor clave de la propagación de esos males. [...]

1996 07 09 0008

[8.–] Desde la primera evangelización de Filipinas, la Iglesia ha dado una contribución esencial al progreso de la nación. Como dije a mi llegada a Manila el pasado mes de enero, “la Iglesia y la comunidad política actúan en diversos niveles y son independientes una de otra, pero ambas están al servicio de las mismas personas. Dentro de ese servicio existe un amplio espacio para el diálogo, la cooperación y ayuda mutua” (ib., n. 5). De la misma manera que el nacimiento de su nación tuvo una dimensión religiosa, también ahora, cincuenta años después de su independencia, la Iglesia quiere cooperar con el Estado en la salvaguardia de todo lo que es positivo y digno de elogio en la sociedad. La vida familiar y matrimonial ocupa un lugar especial dentro de la cultura y la tradición filipinas. En efecto, los filipinos tienen una altísima estima de la familia como la célula primera y vital de la sociedad, y la fuente de su cohesión. Como escribí en la encíclica Familiaris Consortio: “La familia posee vínculos vitales y orgánicos con la sociedad, porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función de servicio a la vida. En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma” (n. 42).

1996 07 09 0009

[9.–] Es preciso realizar todos los esfuerzos posibles para fortalecer y proteger a la familia, asegurándole las condiciones en que pueda cumplir en la sociedad la misión que Dios le ha confiado. Por otra parte, hoy que el carácter sagrado de toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, se está oscureciendo en las mentes de muchas personas, es muy importante que los problemas demográficos y sociales, que requieren la atención responsable y eficaz de los organismos nacionales e internacionales, no permanezcan abiertos a soluciones falsas y engañosas, opuestas a la verdad y al bien de las personas y las naciones (cf. Carta encíclica Evangelium vitae, 4).

[O.R. (e. c.) 19.VII.1996, 7 y 8]