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[1791] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PROTECCIÓN DE LA FAMILIA CONTRA LAS AGRESIONES PROVENIENTES DE UNA CULTURA CONTRA LA VIDA

Del Discurso With heartfelt joy, a los Obispos de Indonesia, en la visita ad limina, 13 septiembre 1996

1996 09 13b 0004

4. Respondiendo a una sociedad que cambia, habéis dirigido cada vez más vuestra atención pastoral a la vida familiar incluyendo el modelo tradicional de la familia amplia, o sea la comunidad de generaciones, que aún es fuerte en muchas partes de vuestro país. Especialmente importante es la tarea de preparar a los jóvenes para el matrimonio, una preparación que debería ser un verdadero “itinerario de fe (...), una ocasión privilegiada para que los novios vuelvan a descubrir y profundicen la fe recibida en el bautismo” (Familiaris consortio, 51). El bien de la sociedad requiere que la dignidad y la misión específica de las mujeres se promuevan y fortalezcan, para que puedan alcanzar una auténtica igualdad, incluyendo la “igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano” (Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995 n. 4). En todo el mundo la Iglesia espera y ora para que las mujeres asuman un papel de liderazgo en el camino hacia el establecimiento de una cultura de la vida, en armonía con el carácter sagrado de la persona humana.

De hecho, un serio desafío para vuestro ministerio dirigido a la familia es el peligro que representan los programas agresivos de control demográfico, basados en un enfoque utilitario del valor de la vida. La Iglesia reconoce el derecho de las autoridades públicas a “intervenir para orientar la demografía de la población” (Catecismo de la Iglesia católica, n. 2.372), pero al mismo tiempo insiste en que todos estos esfuerzos deben “respetar la responsabilidad primaria e inalienable de los esposos y de las familias”, y deberían excluir “métodos no respetuosos de la persona y de sus derechos fundamentales” (Evangelium vitae, 91). Frente a las campañas de control demográfico, que obligan a las parejas a soportar presiones económicas y sociales, quitándoles su dignidad y libertad, la comunidad católica no puede menos de responder defendiendo la verdad sobre la naturaleza intrínseca y el significado del amor conyugal, y difundiendo el conocimiento de los métodos de regulación de la fertilidad que corresponden a dicha verdad.

Estas breves observaciones sobre la familia serían incompletas si no me refiriera a un desafío que sin duda es importante para vuestro corazón de pastores: la transmisión del Evangelio de Jesucristo a los jóvenes de Indonesia. Guiadlos por el camino de y justicia” (cf. Lc 1, 75). Enseñadles a ser evangelizadores de su propia generación. Escuchad atentamente sus aspiraciones, sus dudas y sus inquietudes, así como sus críticas razonables. Sobre todo, enseñadles a orar con corazón puro, con fe viva, con confianza firme y con vigilancia perseverante.

[E 56 (1996), 1643]