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[1798] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA PRIORIDAD DE LA FAMILIA EN LA PASTORAL DIOCESANA

Del Discurso C’est pour moi, a un grupo de Obispos de Zaire, en la visita ad limina, 22 noviembre 1996

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6. La evangelización de la familia, esta primera célula de la comunidad humana y eclesial, ocupa un lugar importante en la pastoral de vuestras diócesis. Me alegra el dinamismo de numerosos hogares cristianos que –con su vida ejemplar y comprometida al servicio de sus hermanos– dan un testimonio eminente del Evangelio de Cristo. Estas familias revelan, ante los ojos de todos, la dignidad del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios que les ha dado unos derechos inalienables y unas responsabilidades propias. La misión de la Iglesia es preservar y promover los derechos y las responsabilidades de toda persona humana, así como los de toda familia, rechazando las costumbres y las prácticas que se oponen a ellas. Constituye un deber para la Iglesia afirmar que el matrimonio presupone un amor y un compromiso indisolubles, y tiene en Jesucristo su fundamento y su fuerza, así como ayudar a los esposos a crecer continuamente en la comunión a través de la fidelidad diaria al don recíproco total y único que implica el matrimonio.

Os animo a seguir en la labor de reflexión y de formación que habéis emprendido para con los jóvenes para prepararlos al matrimonio cristiano, o respecto a las parejas para ayudarlas a comprender mejor y vivir mejor sus compromisos. La solicitud pastoral de la Iglesia debe dirigirse al conjunto de las familias, y muy especialmente a aquellas que se encuentran en situaciones difíciles. “Para todas ellas la Iglesia tendrá palabras de verdad, de bondad, de comprensión, de esperanza, de viva participación en sus dificultades a veces dramáticas; ofrecerá a todos su ayuda desinteresada, a fin de que puedan acercarse al modelo de familia que ha querido el Creador ‘desde el principio’ y que Cristo ha renovado con su gracia redentora” (Familiaris consortio, n. 65). Quisiera también recordar aquí a las personas –religiosos y laicos– que, con generosidad, están comprometidas en apoyar a las familias probadas por la enfermedad o la violencia, a las familias separadas o que han tenido que refugiarse lejos de sus hogares.

[E 56 (1996), 1882]