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[1900] • JUAN PABLO II (1978-2005) • ORACIÓN A JESUCRISTO POR LAS FAMILIAS DE AMÉRICA

De la Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in America, sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la  comunión y la solidaridad en América, 22 enero 1999

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76. Por tanto, invito a todos los católicos de América a tomar parte activa en las iniciativas evangelizadoras que el Espíritu Santo vaya suscitando a lo largo y ancho de este inmenso continente, tan lleno de posibilidades y de esperanzas para el futuro. De modo especial invito a las familias católicas a ser “iglesias domésticas” (294), donde se vive y se transmite a las nuevas generaciones la fe cristiana como un tesoro, y donde se ora en común. Si las familias católicas realizan en sí mismas el ideal al que están llamadas por voluntad de Dios, se convertirán en verdaderos focos de evangelización.

Al concluir esta exhortación apostólica, con la que he recogido las propuestas de los padres sinodales, acojo gustoso su sugerencia de redactar una oración por las familias en América (295). Invito a cada uno, a las comunidades y grupos eclesiales, donde dos o más se reúnen en nombre del Señor, para que a través de la oración se refuerce el lazo espiritual de unión entre todos los católicos americanos. Que todos se unan a la súplica del Sucesor de Pedro, invocando a Jesucristo, “camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América”:

Señor Jesucristo, te agradecemos

que el evangelio del amor del Padre,

con el que tú viniste a salvar al mundo,

haya sido proclamado ampliamente en América

como don del Espíritu Santo

que hace florecer nuestra alegría.

Te damos gracias por la ofrenda de tu vida,

que nos entregaste amándonos hasta el extremo,

y nos hace hijos de Dios

y hermanos entre nosotros.

Aumenta, Señor, nuestra fe y amor a ti,

que estás presente

en tantos sagrarios del continente.

Concédenos ser fieles testigos de tu resurrección

ante las nuevas generaciones de América,

para que, conociéndote, te sigan

y encuentren en ti su paz y su alegría.

Sólo así podrán sentirse hermanos

de todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

Tú, que al hacerte hombre

quisiste ser miembro de una familia humana,

enseña a las familias

las virtudes que resplandecieron

en la casa de Nazaret.

Haz que permanezcan unidas,

como tú y el Padre sois uno,

y sean vivo testimonio de amor,

de justicia y solidaridad;

que sean escuela de respeto,

de perdón y ayuda mutua,

para que el mundo crea;

que sean fuente de vocaciones

al sacerdocio,

a la vida consagrada

y a las demás formas

de intenso compromiso cristiano.

Protege a tu Iglesia y al Sucesor de Pedro,

a quien tú, buen Pastor, has confiado

la misión de apacentar todo tu rebaño.

Haz que tu Iglesia florezca en América

y multiplique sus frutos de santidad.

Enséñanos a amar a tu Madre, María,

como la amaste tú.

Danos fuerza para anunciar con valentía tu palabra

en la tarea de la nueva evangelización,

para corroborar la esperanza en el mundo.

¡Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América,

ruega por nosotros!

[OR (e.c.) 29.I.1999, 21-22]

294. Conc. Ecum. Vat. II, Cost. Dogm. Sulla Chiesa Lumen gentium, 11 [1964 11 21a/ 11].

295. Propositio 12.