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[1904] • JUAN PABLO II (1978-2005) • ÉNFASIS ESPECIAL EN LA RENOVACIÓN DE LA FAMILIA Y DEL MATRIMONIO

De la Homilía de la Misa en el Trans  World Dome, Sant Louis (EE.UU.), 27 enero 1999

1999 01 27 0005

5. En la nueva evangelización que se está llevando a cabo se debe poner especial énfasis en la familia y en la renovación del matrimonio cristiano. En su misión fundamental de comunicarse amor, de ser con Dios co-creadores de la vida humana y de transmitir el amor de Dios a sus hijos, los padres deben saber que cuentan con el apoyo total de la Iglesia y la sociedad. La nueva evangelización debe suscitar una mayor estima de la familia como célula primera y más vital de la sociedad, como primera escuela de virtudes sociales y de solidaridad (cf. Familiaris consortio, 42)[1]. La nación va como va la familia.

La nueva evangelización también debe mostrar la verdad según la cual “el evangelio del amor de Dios al hombre, el evangelio de la dignidad de la persona y el evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio” (Evangelium vitae, 2)[2]. Como creyentes, no podemos menos de ver que el aborto, la eutanasia y el suicidio asistido son un terrible rechazo del don de la vida y del amor de Dios. Y como creyentes, no podemos menos de sentir el deber de dar a los enfermos y a los necesitados el calor de nuestro cariño y el apoyo que les ayudará siempre a abrazar la vida.

La nueva evangelización exige seguidores de Cristo que estén incondicionalmente a favor de la vida: que proclamen, celebren y sirvan al evangelio de la vida en toda situación. Un signo de esperanza es el reconocimiento cada vez mayor de que nunca hay que negar la dignidad de la vida humana, ni siquiera a alguien que haya hecho un gran mal. La sociedad moderna posee los medios para protegerse, sin negar definitivamente a los criminales la posibilidad de enmendarse (cf. Evangelium vitae, 27)[3]. Renuevo el llamamiento que hice recientemente, en Navidad, para que se decida abolir la pena de muerte, que es cruel e innecesaria.

Al acercarse el nuevo milenio, hay otro desafío para la comunidad de San Luis, al este y al oeste del Misisipí, y no sólo para San Luis, sino también para todo el país: poner fin a toda forma de racismo, una plaga que vuestros obispos han definido como uno de los males más persistentes y destructores de la nación.

[OR (e.c.) 12.II.1999, 10]

[1]. [1981 11 22/ 42]

[2]. [1995 03 25b/ 2]

[3]. [1995 03 25b/ 27]