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[1954] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA ADOPCIÓN, UN CAMINO CONCRETO DEL AMOR

Del Discurso Sono lieto, en el encuentro de las familias adoptivas promovido por las Misioneras de la Caridad, 5 septiembre 2000

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3. Entre las obras que nacieron del corazón de la madre Teresa, una de las más significativas es el movimiento para las adopciones. Por eso hoy están aquí tantas familias adoptivas.

Os saludo con afecto, queridos padres y muchachos. Me alegro por este encuentro, que me permite reflexionar con vosotros sobre el camino que estáis recorriendo. Adoptar a un niño es una gran obra de amor. Cuando se realiza, se da mucho, pero también se recibe mucho. Es un verdadero intercambio de dones.

Por desgracia, nuestro tiempo conoce, también en este ámbito, muchas contradicciones. Así como hay numerosos niños que, por la muerte o la inhabilidad de sus padres, se quedan sin familia, así también hay muchas parejas que deciden no tener hijos por motivos a menudo egoístas. Algunas se desaniman por las dificultades económicas, sociales o burocráticas. Otras, incluso, por el deseo de tener un hijo “propio” a toda costa, van más allá de la ayuda legítima que la ciencia médica puede prestar a la procreación, recurriendo a prácticas moralmente reprensibles. Acerca de estas tendencias, es preciso reafirmar que las indicaciones de la ley moral no se reducen a principios abstractos, sino que tutelan el verdadero bien del hombre y, en este caso, el bien del niño, frente al interés de los mismos padres.

Como alternativa a esas prácticas discutibles, la existencia misma de muchos niños sin familia sugiere la adopción como un camino concreto del amor. Familias como las vuestras están aquí para decir que éste es un camino posible y hermoso, aunque con sus dificultades; un camino, además, hoy más transitable que ayer, en la era de la globalización, que acorta todas las distancias.

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4. Adoptar niños, sintiéndolos y tratándolos como verdaderos hijos, significa reconocer que la relación entre padres e hijos no se mide únicamente con parámetros genéticos. El amor que engendra es, ante todo, entrega de sí. Hay una “generación” que se realiza a través de la acogida, la solicitud y la entrega. La relación que nace es tan íntima y duradera, que no es en absoluto inferior a la fundada en la pertenencia biológica. Cuando, como sucede con la adopción, también está tutelada jurídicamente, en una familia unida de modo estable por el vínculo matrimonial, asegura al niño el clima sereno y el afecto, a la vez paterno y materno, que necesita para su desarrollo humano pleno.

Precisamente esto es lo que muestra vuestra experiencia. Vuestra opción y vuestro compromiso son una invitación a la valentía y a la generosidad para toda la sociedad, a fin de que estime, favorezca y sostenga cada vez más este don, también legalmente.

[O.R. (e. c.), 15.IX.2000, 9]