INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[1959] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LA VIDA

Del Discurso Sono lieto, con ocasión de la XV Conferencia Internacional sobre Sanidad y Sociedad, organizada por el Pontificio Consejo para la Salud, 17  noviembre 2000

2000 11 17 0004

4. Vosotros, ilustres cultivadores de las ciencias biomédicas, sabéis respetar muy bien en vuestras actividades las leyes metodológicas y hermenéuticas propias de la investigación científica. Estáis convencidos de que no son una carga arbitraria, sino más bien una ayuda indispensable que garantiza la fiabilidad y la comunicabilidad de los resultados obtenidos. Sabed reconocer siempre con igual esmero las normas éticas, en cuyo centro está el ser humano con su dignidad de persona: el respeto de su derecho a nacer, a vivir y a morir de modo digno constituye el imperativo de fondo en el que debe inspirarse siempre la práctica de la medicina. Haced todo lo que esté a vuestro alcance para sensibilizar a la comunidad social, a los sistemas sanitarios nacionales y a sus responsables, a fin de que los considerables recursos destinados a las investigaciones y a las aplicaciones técnicas tengan siempre como finalidad el servicio integral a la vida.

Sí, el centro de la atención y de los cuidados tanto del sistema sanitario como de la sociedad debe ser siempre la persona, a la que se ha de considerar concretamente insertada en una familia, en un trabajo, en un ambiente social y en un área geográfica. Así pues, salir al encuentro del enfermo quiere decir salir al encuentro de la persona que sufre, y no simplemente tratar un cuerpo enfermo. Por eso a los profesionales de la salud se les exige un compromiso que tiene las características de una vocación. La experiencia os enseña que la petición de los enfermos va más allá de una simple solicitud de curación de sus patologías orgánicas. Esperan del médico el apoyo para afrontar el inquietante misterio del sufrimiento y de la muerte. Vuestra misión consiste en dar a los enfermos y a sus familiares razones de esperanza ante los apremiantes interrogantes que los agobian. La Iglesia está cerca de vosotros y comparte este apasionante servicio a la vida.

[O.R. (e. c.), 24.XI.2000, 9-10]