[1999] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LAS NUEVAS FRONTERAS ABIERTAS POR EL PROGRESO DEBEN CENTRARSE EN LA CULTURA DE LA VIDA
Discurso Sono particularmente lieto, a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, 2 mayo 2002
2002 05 02 0004
4. Vuestra actual asamblea plenaria centra su atención en programas orientados a iluminar con la luz del rostro doliente y glorioso de Cristo todo el universo de la sanidad. Es decisivo profundizar desde esta perspectiva la reflexión sobre las temáticas concernientes a la salud, a la enfermedad y al sufrimiento, dejándose guiar por una concepción de la persona humana y de su destino fiel al plan salvífico de Dios.
Las nuevas fronteras abiertas por el progreso de las ciencias de la vida, y las aplicaciones que derivan de ellas, han puesto en las manos del hombre un poder y una responsabilidad enormes. Si prevalece la cultura de la muerte, si en el campo de la medicina y de la investigación biomédica los hombres se dejan condicionar por opciones egoístas o por ambiciones prometeicas, será inevitable que la dignidad humana y la vida misma se vean amenazadas peligrosamente. Si, por el contrario, el trabajo en este importante sector de la salud se centra en la cultura de la vida, bajo la guía de la recta conciencia, el hombre encontrará respuestas válidas a sus expectativas más profundas.
Vuestro Consejo pontificio debe dar su contribución a una nueva evangelización del dolor, que Cristo asume y transfigura en el triunfo de la Resurrección. A este respecto, es esencial la vida de oración y el recurso a los sacramentos, sin los cuales resulta difícil el camino espiritual, no sólo de los enfermos, sino también de quienes los asisten.
[OR (ed. esp.) 10-V-2002, 3]
2002 05 02 0004
4. La vostra attuale Assemblea Plenaria pone a fuoco programmi che mirano ad illuminare con la luce del Volto dolente e glorioso di Cristo lintero universo della sanità. E decisivo approfondire la riflessione sulle tematiche attinenti alla salute, alla malattia e alla sofferenza in tale prospettiva, lasciandosi guidare da una concezione della persona umana e del suo destino fedele al piano salvifico di Dio.
Le nuove frontiere aperte dal progresso delle scienze della vita, e le applicazioni che ne derivano, hanno posto un potere e una responsabilità enormi nelle mani delluomo. Se prevarrà la cultura della morte, se nel campo della medicina e della ricerca biomedica gli uomini si lasceranno condizionare da scelte egoistiche o da ambizioni prometeiche, sarà inevitabile che la dignità umana e la vita stessa siano pericolosamente minacciate. Se, al contrario, il lavoro in questo importante settore della salute sarà improntato alla cultura della vita, sotto la guida della retta coscienza, luomo troverà risposte valide alle sue attese più profonde.
Il vostro Pontificio Consiglio non mancherà di dare il suo contributo ad una nuova evangelizzazione del dolore, che Cristo assume e trasfigura nel trionfo della Resurrezione. Essenziale, a questo riguardo, è la vita di preghiera e il ricorso ai Sacramenti, senza i quali diventa difficile il cammino spirituale non soltanto dei malati, ma anche di quanti li assistono.
[Insegnamenti GP II, 25/1 (2002), 660-662]