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[2017] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA SANTIDAD DE LA FAMILIA Y SU FUNCIÓN EN EL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD

Del Discurso It is with, a los Obispos de Gambia, Liberia y Sierra Leona, en la visita ad limina, 15 febrero 2003

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4. Un elemento fundamental de la cultura y la civilización africanas ha sido siempre la familia. “La unión fiel y fecunda del hombre y de la mujer, bendecida por la gracia de Cristo, constituye un auténtico evangelio de vida y de esperanza para la humanidad” (Ángelus, 26 de de enero de 2003, n. 1: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 31 de enero de 2003, p. 1). Desgraciadamente, sobre este evangelio de la vida, fuente de esperanza y de estabilidad, se ciernen en vuestros países las amenazas de la poligamia, el divorcio, el aborto, la prostitución, el tráfico de seres humanos y una mentalidad anticonceptiva. Estos mismos factores contribuyen a una actividad sexual irresponsable e inmoral, que conduce a la propagación del sida, pandemia que no se puede ignorar. Esta enfermedad no sólo destruye innumerables vidas, sino que también amenaza la estabilidad social y económica del continente africano.

Aunque la Iglesia en África hace todo lo que puede por defender la santidad de la familia y su lugar preeminente en la sociedad africana, está llamada sobre todo a proclamar con fuerza y claridad el mensaje liberador del auténtico amor cristiano. Todo programa educativo, sea cristiano o secular, debe poner de relieve que el verdadero amor es un amor casto, y que la castidad nos da una esperanza fundada de superar las fuerzas que amenazan la institución familiar y, al mismo tiempo, de liberar a la humanidad de la devastación causada por azotes como el del VIH y el sida. “La alegría, la felicidad y la paz que proporcionan el matrimonio cristiano y la fidelidad, así como la seguridad que da la castidad, deben ser siempre presentados a los fieles, sobre todo a los jóvenes” (Ecclesia in Africa, 116). Esta labor no sólo incluye la animación y la educación de los jóvenes, sino que también requiere que la Iglesia impulse los esfuerzos para promover programas que favorezcan el auténtico respeto de la dignidad y de los derechos de la mujer.

[OR (ed. esp.) 21-II-2003, 7]