[2028] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN FAMILIA: UN RIESGO Y UNA RIQUEZA
Mensaje The extraordinary, con ocasión de la XXXVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 2004
2004 01 24 0001
1. El extraordinario crecimiento de los medios de comunicación social y su mayor disponibilidad han brindado oportunidades excepcionales para enriquecer la vida no sólo de los individuos, sino también de las familias. Al mismo tiempo, las familias afrontan hoy nuevos desafíos, que brotan de los diversos mensajes, a menudo contradictorios, que transmiten los medios de comunicación social. El tema elegido para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 2004, es decir, «Los medios en la familia: un riesgo y una riqueza», es muy oportuno, puesto que invita a una sobria reflexión sobre el uso que hacen las familias de los medios de comunicación, y también sobre el modo en que los medios de comunicación tratan a la familia y las cuestiones que afectan a la familia. El tema de este año sirve, además, para recordar a todos, tanto a los agentes de la comunicación como a las personas a las que se dirigen, que toda comunicación tiene una dimensión moral. Como dijo el Señor mismo, de la abundancia del corazón habla la boca (cf. Mt 12, 34-35). La estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír. En consecuencia, los agentes de la comunicación, los padres y los educadores, tienen especial necesidad de sabiduría y discernimiento en el uso de los medios de comunicación social, pues sus decisiones influyen en gran medida en los niños y en los jóvenes de los que son responsables y que, en definitiva, son el futuro de la sociedad.
2004 01 24 0002
2. Gracias a la expansión sin precedentes del mercado de las comunicaciones sociales en las últimas décadas, muchas familias en todo el mundo, incluso las que disponen de medios más bien modestos, ahora tienen acceso desde su casa a los inmensos y variados recursos de los medios de comunicación social. En consecuencia, gozan de oportunidades prácticamente ilimitadas de información, educación, enriquecimiento cultural e incluso crecimiento espiritual, oportunidades muy superiores a las que tenían en el pasado reciente la mayoría de las familias.
Con todo, estos mismos medios de comunicación tienen la capacidad de producir gran daño a las familias, presentándoles una visión inadecuada o incluso deformada de la vida, de la familia, de la religión y de la moralidad. El concilio Vaticano II captó muy bien esta capacidad de fortalecer o minar valores tradicionales como la religión, la cultura y la familia; por eso, enseñó que «para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que los utilizan conozcan las normas del orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica» (Inter mirifica, 4). La comunicación, en todas sus formas, debe inspirarse siempre en el criterio ético del respeto a la verdad y a la dignidad de la persona humana.
2004 01 24 0003
3. Estas consideraciones se aplican especialmente al modo como los medios de comunicación tratan a la familia. Por una parte, el matrimonio y la vida familiar se presentan a menudo de un modo sensible, realista pero también benévolo, que exalta virtudes como el amor, la fidelidad, el perdón y la entrega generosa a los demás. Esto vale también para los programas de los medios de comunicación social que reconocen los fracasos y las decepciones que sufren inevitablemente los matrimonios y las familia tensiones, conflictos, contrariedades, decisiones equivocadas y hechos dolorosos, pero al mismo tiempo se esfuerzan por discernir lo correcto de lo incorrecto, distinguir el amor auténtico de sus falsificaciones, y mostrar la importancia insustituible de la familia como unidad fundamental de la sociedad.
Por otra parte, con demasiada frecuencia los medios de comunicación presentan a la familia y la vida familiar de modo inadecuado. La infidelidad, la actividad sexual fuera del matrimonio y la ausencia de una visión moral y espiritual del pacto matrimonial se presentan de modo acrítico, y a veces, al mismo tiempo, apoyan el divorcio, la anticoncepción, el aborto y la homosexualidad. Esas presentaciones, al promover causas contrarias al matrimonio y a la familia, perjudican al bien común de la sociedad.
2004 01 24 0004
4. Una reflexión atenta sobre la dimensión ética de las comunicaciones debe desembocar en iniciativas prácticas orientadas a eliminar los peligros para el bienestar de la familia planteados por los medios de comunicación social, y asegurar que esos poderosos medios de comunicación sigan siendo auténticas fuentes de enriquecimiento. A este respecto, tienen una responsabilidad especial los agentes de la comunicación, las autoridades públicas y los padres.
El Papa Pablo VI subrayó que los agentes de la comunicación «deben conocer y respetar las exigencias de la familia. Esto supone en ellos a veces una gran valentía y siempre un hondo sentido de responsabilidad» (Mensaje para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 1969: LOsservatore Romano, edición en lengua española, 18 de mayo de 1969, p. 2). No es tan fácil resistir a las presiones comerciales o a las exigencias de adecuarse a las ideologías seculares, pero eso es precisamente lo que los agentes de la comunicación responsables deben hacer. Es mucho lo que está en juego, pues cualquier ataque al valor fundamental de la familia es un ataque al bien auténtico de la humanidad.
Las autoridades públicas tienen el grave deber de apoyar el matrimonio y la familia en beneficio de la sociedad misma. En cambio, muchos ahora aceptan y actúan basándose en argumentos libertarios infundados de algunos grupos que defienden prácticas que contribuyen al grave fenómeno de la crisis de la familia y al debilitamiento del concepto auténtico de familia. Sin recurrir a la censura, es necesario que las autoridades públicas pongan en práctica políticas y procedimientos de reglamentación para asegurar que los medios de comunicación social no actúen contra el bien de la familia. Los representantes de las familias deben participar en la elaboración de esas políticas.
Los que elaboran las políticas en los medios de comunicación y en el sector público deben favorecer también una distribución equitativa de los recursos de los medios de comunicación tanto a nivel nacional como internacional, respetando la integridad de las culturas tradicionales. Los medios de comunicación no deben dar la impresión de que tienen un programa hostil a los sanos valores familiares de las culturas tradicionales, o de que buscan sustituir esos valores, como parte de un proceso de globalización, con los valores secularizados de la sociedad consumista.
2004 01 24 0005
5. Los padres, como primeros y principales educadores de sus hijos, son también los primeros en explicarles cómo usar los medios de comunicación. Están llamados a formar a sus hijos «en el uso moderado, crítico, vigilante y prudente de tales medios» en el hogar (Familiaris consortio, 76). Cuando los padres lo hacen bien y con continuidad, la vida familiar se enriquece mucho. Incluso a los niños pequeños se les pueden dar importantes explicaciones sobre los medios de comunicación social: que son producidos por personas interesadas en transmitir mensajes; que esos mensajes a menudo inducen a hacer algo a comprar un producto, a tener una conducta discutible que no beneficia al niño o no corresponde a la verdad moral; que los niños no deben aceptar o imitar de modo acrítico lo que encuentran en los medios de comunicación social.
Los padres también deben reglamentar el uso de los medios de comunicación en el hogar. Esto implica planificar y programar el uso de dichos medios, limitando estrictamente el tiempo que los niños les dedican, haciendo del entretenimiento una experiencia familiar, prohibiendo algunos medios de comunicación y excluyéndolos periódicamente todos para dejar espacio a otras actividades familiares. Sobre todo, los padres deben dar buen ejemplo a los niños, haciendo un uso ponderado y selectivo de dichos medios. A menudo les podría resultar útil unirse a otras familias para estudiar y discutir los problemas y las oportunidades que plantea el uso de los medios de comunicación. Las familias deberían manifestar claramente a los productores, a los que hacen publicidad y a las autoridades públicas lo que les agrada y lo que les desagrada
2004 01 24 0006
6. Los medios de comunicación social poseen un inmenso potencial positivo para promover sanos valores humanos y familiares, contribuyendo así a la renovación de la sociedad. Conscientes de su gran fuerza para modelar las ideas e influir en la conducta de las personas, los agentes de la comunicación social deben reconocer que no sólo tienen la responsabilidad de brindar a las familias todo el estímulo, la ayuda y el apoyo que les sea posible con vistas a ese fin, sino también de practicar la sabiduría, el buen juicio y la honradez al presentar las cuestiones que atañen a la sexualidad, al matrimonio y a la vida familiar.
Los medios de comunicación cada día son acogidos como huéspedes habituales en muchos hogares y familias. En esta Jornada mundial de las comunicaciones sociales, exhorto tanto a los agentes de la comunicación como a las familias a reconocer este privilegio único, así como la responsabilidad que implica. Ojalá que todos los que están comprometidos en el ámbito de las comunicaciones sociales sean conscientes de que son los auténticos «dispensadores y administradores de un inmenso poder espiritual que pertenece al patrimonio de la humanidad y está destinado al enriquecimiento de toda la comunidad humana» (Discurso a las personas comprometidas en el campo de las comunicaciones sociales, Los Ángeles, 15 de septiembre de 1987, n. 8: LOsservatore Romano, edición en lengua española, 18 de octubre de 1987, p. 14). Y ojalá que las familias logren encontrar siempre en los medios de comunicación una fuente de apoyo, estímulo e inspiración al tratar de vivir como comunidades de vida y amor, educar a los jóvenes en los sanos valores morales y promover una cultura de solidaridad, libertad y paz.
[OR (ed. esp.) 6-II-2004, 6]
2004 01 24 0001
1. The extraordinary growth of the communications media and their increased availability has brought exceptional opportunities for enriching the lives not only of individuals, but also of families. At the same time, families today face new challenges arising from the varied and often contradictory messages presented by the mass media. The theme chosen for the 2004 World Communications Day The Media and the Family: A Risk and a Richnessis a timely one, for it invites sober reflection on the use which families make of the media and, in turn, on the way that families and family concerns are treated by the media.This years theme is also a reminder to everyone, both communicators and those whom they address, that all communication has a moral dimension. As the Lord himself has said, it is from the abundance of the heart that the mouth speaks[198]. People grow or diminish in moral stature by the words which they speak and the messages which they choose to hear. Consequently, wisdom and discernment in the use of the media are particularly called for on the part of communications professionals, parents and educators, for their decisions greatly affect children and young people for whom they are responsible, and who are ultimately the future of society.
[198] Cfr. Matth. 12, 34-35.
2004 01 24 0002
2. Thanks to the unprecedented expansion of the communications market in recent decades, many families throughout the world, even those of quite modest means, now have access in their own homes to immense and varied media resources. As a result, they enjoy virtually unlimited opportunities for information, education, cultural expansion, and even spiritual growth opportunities that far exceed those available to most families in earlier times.
Yet these same media also have the capacity to do grave harm to families by presenting an inadequate or even deformed outlook on life, on the family, on religion and on morality. This power either to reinforce or override traditional values like religion, culture, and family was clearly seen by the Second Vatican Council, which taught that if the media are to be correctly employed, it is essential that all who use them know the principles of the moral order and apply them faithfully[199]. Communication in any form must always be inspired by the ethical criterion of respect for the truth and for the dignity of the human person.
[199]Inter Mirifica, 4.
2004 01 24 0003
3. These considerations apply in particular to the treatment of the family in the media. On the one hand, marriage and family life are frequently depicted in a sensitive manner, realistic but also sympathetic, that celebrates virtues like love, fidelity, forgiveness, and generous self-giving for others. This is true also of media presentations which recognize the failures and disappointments inevitably experienced by married couples and families tensions, conflicts, setbacks, evil choices and hurtful deeds yet at the same time make an effort to separate right from wrong, to distinguish true love from its counterfeits, and to show the irreplaceable importance of the family as the fundamental unit of society.
On the other hand, the family and family life are all too often inadequately portrayed in the media. Infidelity, sexual activity outside of marriage, and the absence of a moral and spiritual vision of the marriage covenant are depicted uncritically, while positive support is at times given to divorce, contraception, abortion and homosexuality. Such portrayals, by promoting causes inimical to marriage and the family, are detrimental to the common good of society.
2004 01 24 0004
4. Conscientious reflection on the ethical dimension of communications should issue in practical initiatives aimed at eliminating the risks to the well-being of the family posed by the media and ensuring that these powerful instruments of communication will remain genuine sources of enrichment. A special responsibility in this regard lies with communicators themselves, with public authorities, and with parents.
Pope Paul VI pointed out that professional communicators should know and respect the needs of the family, and this sometimes presupposes in them true courage, and always a high sense of responsibility[200]. It is not so easy to resist commercial pressures or the demands of conformity to secular ideologies, but that is what responsible communicators must do. The stakes are high, since every attack on the fundamental value of the family is an attack on the true good of humanity. Public authorities themselves have a serious duty to uphold marriage and the family for the sake of society itself. Instead, many now accept and act upon the unsound libertarian arguments of groups which advocate practices which contribute to the grave phenomenon of family crisis and the weakening of the very concept of the family. Without resorting to censorship, it is imperative that public authorities set in place regulatory policies and procedures to ensure that the media do not act against the good of the family. Family representatives should be part of this policy-making.
Policy-makers in the media and in the public sector also must work for an equitable distribution of media resources on the national and international levels, while respecting the integrity of traditional cultures. The media should not appear to have an agenda hostile to the sound family values of traditional cultures or the goal of replacing those values, as part of a process of globalization, with the secularized values of consumer society
[200]Pauli VI Nuntius ob diem ad Communicationes Sociales dicatum pro A.D. 1969, die 7 apr. 1969: Insegnamenti di Paolo VI, VII (1969) 1276 [1969 04 07/5]
2004 01 24 0005
5. Parents, as the primary and most important educators of their children, are also the first to teach them about the media. They are called to train their offspring in the moderate, critical, watchful and prudent use of the media in the home[201]. When parents do that consistently and well, family life is greatly enriched. Even very young children can be taught important lessons about the media: that they are produced by people anxious to communicate messages; that these are often messages to do something to buy a product, to engage in dubious behaviour that is not in the childs best interests or in accord with moral truth; that children should not uncritically accept or imitate what they find in the media.
Parents also need to regulate the use of media in the home. This would include planning and scheduling media use, strictly limiting the time children devote to media, making entertainment a family experience, putting some media entirely off limits and periodically excluding all of them for the sake of other family activities. Above all, parents should give good example to children by their own thoughtful and selective use of media. Often they will find it helpful to join with other families to study and discuss the problems and opportunities presented by the use of the media. Families should be outspoken in telling producers, advertisers, and public authorities what they like and dislike.
[201]Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 79 [1981 11 22/79]
2004 01 24 0006
6. The media of social communications have an enormous positive potential for promoting sound human and family values and thus contributing to the renewal of society. In view of their great power to shape ideas and influence behaviour, professional communicators should recognize that they have a moral responsibility not only to give families all possible encouragement, assistance, and support to that end, but also to exercise wisdom, good judgement and fairness in their presentation of issues involving sexuality, marriage and family life.
The media are welcomed daily as a familiar guest in many homes and families. On this World Communications Day I encourage professional communicators and families alike to acknowledge this unique privilege and the accountability which it entails. May all engaged in the field of communications recognize that they are truly stewards and administrators of an immense spiritual power that belongs to the patrimony of mankind and is meant to enrich the whole of the human community[202] (Address to Communications Specialists, Los Angeles, 15 September 1987, 8). And may families always be able to find in the media a source of support, encouragement and inspiration as they strive to live as a community of life and love, to train young people in sound moral values, and to advance a culture of solidarity, freedom and peace.
[Insegnamenti GP II, 27/1 (2004), 96-100]
[202][Ioannis Pauli PP. II] Address to Communications Specialists, Los Angeles, 15 September 1987, 8.