[2097] • BENEDICTO XVI (2005- • “NO” A LA CULTURA DE LA MUERTE PARA CULTIVAR LA CULTURA DE LA VIDA
De la Homilía Che cosa sucede, en la Santa Misa en la Capilla Sixtina y administración del Sacramento del Bautismo, 8 enero 2006
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1. ¿Qué sucede en el bautismo? ¿Qué esperamos del bautismo? Vosotros habéis dado una respuesta en el umbral de esta capilla: esperamos para nuestros niños la vida eterna. Esta es la finalidad del bautismo. Pero, ¿cómo se puede realizar esto? ¿Cómo puede el bautismo dar la vida eterna? ¿Qué es la vida eterna?
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2. Se podría decir, con palabras más sencillas: esperamos para estos niños nuestros una vida buena; la verdadera vida; la felicidad también en un futuro aún desconocido. Nosotros no podemos asegurar este don para todo el arco del futuro desconocido y, por ello, nos dirigimos al Señor para obtener de él este don.
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3. A la pregunta: ¿Cómo sucederá esto? podemos dar dos respuestas. La primera: en el bautismo cada niño es insertado en una compañía de amigos que no lo abandonará nunca ni en la vida ni en la muerte, porque esta compañía de amigos es la familia de Dios, que lleva en sí la promesa de eternidad. Esta compañía de amigos, esta familia de Dios, en la que ahora el niño es insertado, lo acompañará siempre, incluso en los días de sufrimiento, en las noches oscuras de la vida; le brindará consuelo, fortaleza y luz. Esta compañía, esta familia, le dará palabras de vida eterna, palabras de luz que responden a los grandes desafíos de la vida y dan una indicación exacta sobre el camino que conviene tomar.
Esta compañía brinda al niño consuelo y fortaleza, el amor de Dios incluso en el umbral de la muerte, en el valle oscuro de la muerte. Le dará amistad, le dará vida. Y esta compañía, siempre fiable, no desaparecerá nunca. Ninguno de nosotros sabe lo que sucederá en el mundo, en Europa, en los próximos cincuenta, sesenta o setenta años. Pero de una cosa estamos seguros: la familia de Dios siempre estará presente y los que pertenecen a esta familia nunca estarán solos, tendrán siempre la amistad segura de Aquel que es la vida.
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4. Así hemos llegado a la segunda respuesta. Esta familia de Dios, esta compañía de amigos es eterna, porque es comunión con Aquel que ha vencido la muerte, que tiene en sus manos las llaves de la vida. Estar en la compañía, en la familia de Dios, significa estar en comunión con Cristo, que es vida y da amor eterno más allá de la muerte. Y si podemos decir que amor y verdad son fuente de vida, son la vida y una vida sin amor no es vida, podemos decir que esta compañía con Aquel que es vida realmente, con Aquel que es el Sacramento de la vida, responderá a vuestras expectativas, a vuestra esperanza.
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5. Sí, el bautismo inserta en la comunión con Cristo y así da vida, la vida. Así hemos interpretado el primer diálogo que hemos tenido aquí, en el umbral de la capilla Sixtina. Ahora, después de la bendición del agua, seguirá un segundo diálogo, de gran importancia. El contenido es este: el bautismo como hemos visto es un don, el don de la vida. Pero un don debe ser acogido, debe ser vivido. Un don de amistad implica un sí al amigo e implica un no a lo que no es compatible con esta amistad, a lo que es incompatible con la vida de la familia de Dios, con la vida verdadera en Cristo.
Así, en este segundo diálogo, se pronuncian tres no y tres sí. Se dice no, renunciando a las tentaciones, al pecado, al diablo. Esto lo conocemos bien, pero, tal vez precisamente porque hemos escuchado demasiadas veces estas palabras, ya no nos dicen mucho. Entonces debemos profundizar un poco en los contenidos de estos no. ¿A qué decimos no? Sólo así podemos comprender a qué queremos decir sí.
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6. En la Iglesia antigua estos no se resumían en una palabra que para los hombres de aquel tiempo era muy comprensible: se renuncia así decían a la pompa diaboli, es decir, a la promesa de vida en abundancia, de aquella apariencia de vida que parecía venir del mundo pagano, de sus libertades, de su modo de vivir sólo según lo que agradaba. Por tanto, era un no a una cultura de aparente abundancia de vida, pero que en realidad era una anticultura de la muerte. Era el no a los espectáculos donde la muerte, la crueldad, la violencia se habían transformado en diversión. Pensemos en lo que se realizaba en el Coliseo o aquí, en los jardines de Nerón, donde se quemaba a los hombres como antorchas vivas. La crueldad y la violencia se habían transformado en motivo de diversión, una verdadera perversión de la alegría, del verdadero sentido de la vida. Esta pompa diaboli, esta anticultura de la muerte era una perversión de la alegría; era amor a la mentira, al fraude; era abuso del cuerpo como mercancía y como comercio.
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7. Y ahora, si reflexionamos, podemos decir que también en nuestro tiempo es necesario decir un no a la cultura de la muerte, ampliamente dominante. Una anticultura que se manifiesta, por ejemplo, en la droga, en la huida de lo real hacia lo ilusorio, hacia una felicidad falsa que se expresa en la mentira, en el fraude, en la injusticia, en el desprecio del otro, de la solidaridad, de la responsabilidad con respecto a los pobres y los que sufren; que se expresa en una sexualidad que se convierte en pura diversión sin responsabilidad, que se transforma en cosificación por decirlo así del hombre, al que ya no se considera persona, digno de un amor personal que exige fidelidad, sino que se convierte en mercancía, en un mero objeto. A esta promesa de aparente felicidad, a esta pompa de una vida aparente, que en realidad sólo es instrumento de muerte, a esta anticultura le decimos no, para cultivar la cultura de la vida. Por eso, el sí cristiano, desde los tiempos antiguos hasta hoy, es un gran sí a la vida. Este es nuestro sí a Cristo, el sí al vencedor de la muerte y el sí a la vida en el tiempo y en la eternidad.
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8. Del mismo modo que en este diálogo bautismal el no se articula en tres renuncias, también el sí se articula en tres adhesiones: sí al Dios vivo, es decir, a un Dios creador, a una razón creadora que da sentido al cosmos y a nuestra vida; sí a Cristo, es decir, a un Dios que no permaneció oculto, sino que tiene un nombre, tiene palabras, tiene cuerpo y sangre; a un Dios concreto que nos da la vida y nos muestra el camino de la vida; sí a la comunión de la Iglesia, en la que Cristo es el Dios vivo, que entra en nuestro tiempo, en nuestra profesión, en la vida de cada día.
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9. Podríamos decir también que el rostro de Dios, el contenido de esta cultura de la vida, el contenido de nuestro gran sí, se expresa en los diez Mandamientos, que no son un paquete de prohibiciones, de no, sino que presentan en realidad una gran visión de vida. Son un sí a un Dios que da sentido al vivir (los tres primeros mandamientos); un sí a la familia (cuarto mandamiento); un sí a la vida (quinto mandamiento); un sí al amor responsable (sexto mandamiento); un sí a la solidaridad, a la responsabilidad social, a la justicia (séptimo mandamiento); un sí a la verdad (octavo mandamiento); un sí al respeto del otro y de lo que le pertenece (noveno y décimo mandamientos). Esta es la filosofía de la vida, es la cultura de la vida, que se hace concreta, practicable y hermosa en la comunión con Cristo, el Dios vivo, que camina con nosotros en compañía de sus amigos, en la gran familia de la Iglesia. El bautismo es don de vida. Es un sí al desafío de vivir verdaderamente la vida, diciendo no al ataque de la muerte, que se presenta con la máscara de la vida; y es un sí al gran don de la verdadera vida, que se hizo presente en el rostro de Cristo, el cual se nos dona en el bautismo y luego en la Eucaristía.
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10. Esto lo he dicho como breve comentario a las palabras que en el diálogo bautismal interpretan lo que se realiza en este sacramento. Además de las palabras, tenemos los gestos y los símbolos; los indicaré muy brevemente. El primer gesto ya lo hemos realizado: es el signo de la cruz, que se nos da como escudo que debe proteger a este niño en su vida; es como una señalización en el camino de la vida, porque la cruz es el resumen de la vida de Jesús. Luego están los elementos: el agua, la unción con el óleo, el vestido blanco y la llama de la vela. El agua es símbolo de la vida: el bautismo es vida nueva en Cristo. El óleo es símbolo de la fuerza, de la salud, de la belleza, porque realmente es bello vivir en comunión con Cristo. El vestido blanco es expresión de la cultura de la belleza, de la cultura de la vida. Y, por último, la llama de la vela es expresión de la verdad que resplandece en las oscuridades de la historia y nos indica quiénes somos, de dónde venimos y a dónde debemos ir.
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11. Queridos padrinos y madrinas, queridos padres, queridos hermanos, demos gracias hoy al Señor porque Dios no se esconde detrás de las nubes del misterio impenetrable, sino que, como decía el evangelio de hoy, ha abierto los cielos, se nos ha mostrado, habla con nosotros y está con nosotros; vive con nosotros y nos guía en nuestra vida. Demos gracias al Señor por este don y pidamos por nuestros niños, para que tengan realmente la vida, la verdadera vida, la vida eterna.
[Insegnamenti BXVI, II/1 (2006), 35-38]
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Che cosa succede nel Battesimo? Che cosa ci si aspetta dal Battesimo? Voi avete dato una risposta sulla soglia di questa Cappella: aspettiamo per i nostri bambini la vita eterna. Questo è lo scopo del Battesimo. Ma, come può essere realizzato? Come il Battesimo può dare la vita eterna? Che cosa è la vita eterna?
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Si potrebbe dire con parole più semplici: aspettiamo per questi nostri bambini una vita buona; la vera vita; la felicità anche in un futuro ancora sconosciuto. Noi non siamo in grado di assicurare questo dono per tutto larco del futuro sconosciuto e, perciò, ci rivolgiamo al Signore per ottenere da Lui questo dono.
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Alla domanda: Come accadrà questo? possiamo dare due risposte. La prima: nel Battesimo ciascun bambino viene inserito in una compagnia di amici che non lo abbandonerà mai nella vita e nella morte, perché questa compagnia di amici è la famiglia di Dio, che porta in sé la promessa delleternità. Questa compagnia di amici, questa famiglia di Dio, nella quale adesso il bambino viene inserito, lo accompagnerà sempre anche nei giorni della sofferenza, nelle notti oscure della vita; gli darà consolazione, conforto, luce.
Questa compagnia, questa famiglia gli darà parole di vita eterna. Parole di luce che rispondono alle grandi sfide della vita e danno lindicazione giusta circa la strada da prendere. Questa compagnia offre al bambino consolazione e conforto, lamore di Dio anche sulla soglia della morte, nella valle oscura della morte. Gli darà amicizia, gli darà vita. E questa compagnia, assolutamente affidabile, non scomparirà mai. Nessuno di noi sa che cosa succederà nel nostro pianeta, nella nostra Europa, nei prossimi cinquanta, sessanta, settanta anni. Ma, su un punto siamo sicuri: la famiglia di Dio sarà sempre presente e chi appartiene a questa famiglia non sarà mai solo, avrà sempre lamicizia sicura di Colui che è la vita.
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E così siamo arrivati alla seconda risposta. Questa famiglia di Dio, questa compagnia di amici è eterna, perché è comunione con Colui che ha vinto la morte, che ha in mano le chiavi della vita. Essere nella compagnia, nella famiglia di Dio, significa essere in comunione con Cristo, che è vita e dà amore eterno oltre la morte. E se possiamo dire che amore e verità sono fonte di vita, sono la vita e una vita senza amore non è vita possiamo dire che questa compagnia con Colui che è vita realmente, con Colui che è il Sacramento della vita, risponderà alla vostra aspettativa, alla vostra speranza.
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Sì, il Battesimo inserisce nella comunione con Cristo e così dà vita, la vita. Abbiamo così interpretato il primo dialogo che abbiamo avuto qui, sulla soglia della Cappella Sistina. Adesso, dopo la benedizione dellacqua, seguirà un secondo dialogo di grande importanza. Il contenuto è questo: il Battesimo come abbiamo visto è un dono; il dono della vita. Ma un dono deve essere accolto, deve essere vissuto. Un dono di amicizia implica un sì allamico e implica un no a quanto non è compatibile con questa amicizia, a quanto è incompatibile con la vita della famiglia di Dio, con la vita vera in Cristo.
E così, in questo secondo dialogo, vengono pronunciati tre no e tre sì. Si dice no e si rinuncia alle tentazioni, al peccato, al diavolo. Queste cose le conosciamo bene, ma forse proprio perché le abbiamo sentite troppe volte, queste parole non ci dicono tanto. Allora dobbiamo un po approfondire i contenuti di questi no. A che cosa diciamo no? Solo così possiamo capire a che cosa vogliamo dire sì.
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Nella Chiesa antica questi no erano riassunti in una parola che per gli uomini di quel tempo era ben comprensibile: si rinuncia così si diceva alla pompa diabuli, cioè alla promessa di vita in abbondanza, di quellapparenza di vita che sembrava venire dal mondo pagano, dalle sue libertà, dal suo modo di vivere solo secondo ciò che piaceva. Era quindi un no ad una cultura apparentemente di abbondanza di vita, ma che in realtà era una anticultura della morte. Era il no a quegli spettacoli dove la morte, la crudeltà, la violenza erano diventati divertimento. Pensiamo a quanto si realizzava nel Colosseo o qui, nei giardini di Nerone, dove gli uomini erano accesi come torce viventi. La crudeltà e la violenza erano divenuti un motivo di divertimento, una vera perversione della gioia, del vero senso della vita. Questa pompa diabuli, questa anticultura della morte era una perversione della gioia, era amore della menzogna, della truffa, era abuso del corpo come merce e come commercio.
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E se adesso riflettiamo, possiamo dire che anche nel nostro tempo è necessario dire un no alla cultura ampiamente dominante della morte. Unanticultura che si manifesta, per esempio, nella droga, nella fuga dal reale verso lillusorio, verso una felicità falsa che si esprime nella menzogna, nella truffa, nellingiustizia, nel disprezzo dellaltro, della solidarietà, della responsabilità per i poveri e per i sofferenti; che si esprime in una sessualità che diventa puro divertimento senza responsabilità, che diventa una cosificazione per così dire delluomo, che non è più considerato persona, degno di un amore personale che esige fedeltà, ma diventa merce, un mero oggetto. A questa promessa di apparente felicità, a questa pompa di una vita apparente che in realtà è solo strumento di morte, a questa anticultura diciamo no, per coltivare la cultura della vita. Per questo il sì cristiano, dai tempi antichi fino ad oggi, è un grande sì alla vita. Questo è il nostro sì a Cristo, il sì al vincitore della morte e il sì alla vita nel tempo e nelleternità.
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Come in questo dialogo battesimale il no è articolato in tre rinunce, così anche il sì è articolato in tre adesioni: sì al Dio vivente, cioè a un Dio creatore, ad una ragione creatrice che dà senso al cosmo e alla nostra vita; sì a Cristo, cioè a un Dio che non è rimasto nascosto ma che ha un nome, che ha parole, che ha corpo e sangue; a un Dio concreto che ci dà la vita e ci mostra la strada della vita; sì alla comunione della Chiesa, nella quale Cristo è il Dio vivente, che entra nel nostro tempo, entra nella nostra professione, entra nella vita di ogni giorno.
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Potremmo anche dire che il volto di Dio, il contenuto di questa cultura della vita, il contenuto del nostro grande sì, si esprime nei dieci Comandamenti, che non sono un pacco di proibizioni, di no, ma presentano in realtà una grande visione di vita. Sono un sì a un Dio che dà senso al vivere (i tre primi comandamenti); sì alla famiglia (quarto comandamento); sì alla vita (quinto comandamento); sì allamore responsabile (sesto comandamento); sì alla solidarietà, alla responsabilità sociale, alla giustizia (settimo comandamento); sì alla verità (ottavo comandamento), sì al rispetto dellaltro e di ciò che gli è proprio (nono e decimo comandamento). Questa è la filosofia della vita, è la cultura della vita, che diviene concreta e praticabile e bella nella comunione con Cristo, il Dio vivente, che cammina con noi nella compagnia dei suoi amici, nella grande famiglia della Chiesa. Il Battesimo è dono di vita. È un sì alla sfida di vivere veramente la vita, dicendo il no allattacco della morte che si presenta con la maschera della vita; ed è sì al grande dono della vera vita, che si è fatta presente nel volto di Cristo, il quale si dona a noi nel Battesimo e poi nellEucaristia.
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Questo ho detto come breve commento alle parole che nel dialogo battesimale interpretano quanto si realizza in questo Sacramento. Oltre alle parole, abbiamo i gesti ed i simboli, ma sarò molto breve nellindicarli. Il primo gesto lo abbiamo già compiuto: è il segno della croce, che ci viene dato come scudo che deve proteggere questo bambino nella sua vita; è come un indicatore per la strada della vita, perché la croce è il riassunto della vita di Gesù. Poi vi sono gli elementi: lacqua, lunzione con lolio, il vestito bianco e la fiamma della candela. Lacqua è simbolo della vita: il Battesimo è vita nuova in Cristo. Lolio è simbolo della forza, della salute, della bellezza, perché realmente è bello vivere in comunione con Cristo. Poi il vestito bianco, come espressione della cultura della bellezza, della cultura della vita. Ed infine la fiamma della candela, come espressione della verità che risplende nelle oscurità della storia e ci indica chi siamo, da dove veniamo e dove dobbiamo andare.
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Cari padrini e madrine, cari genitori, cari fratelli, ringraziamo in questo giorno il Signore, perché Dio non si nasconde dietro le nuvole del mistero impenetrabile, ma, come ha detto il Vangelo di oggi, ha aperto i cieli, si è mostrato, parla con noi ed è con noi; vive con noi e ci guida nella nostra vita. Ringraziamo il Signore per questo dono e preghiamo per i nostri bambini, perché abbiano realmente la vita, quella vera, la vita eterna.