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[2232] • BENEDICTO XVI (2005- • LA FAMILIA CRISTIANA, ESCUELA DE ORACION

De la Homilía I rejoice that we are able, de la Santa Misa en la Peregrinación a Tierra Santa, en el Estadio Internacional de Ammán (Jordania), 10 de mayo de 2009

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[5.] En la segunda lectura de hoy, san Juan nos invita a “pensar en el gran amor con el cual el Padre nos ha amado” (cf. 1 Jn 3, 1), haciéndonos sus hijos adoptivos en Cristo. Al escuchar estas palabras debemos agradecer la experiencia del amor del Padre que hemos tenido en nuestras familias, desde el amor de nuestros padres y madres, abuelos, hermanos y hermanas. Durante la celebración de este Año de la familia, la Iglesia en toda Tierra Santa ha reflexionado sobre la familia como misterio de amor que da la vida, misterio incluido en el plan de Dios con una vocación y misión propia: irradiar el Amor divino que es el manantial y el cumplimiento último de todos los demás amores de nuestra vida.

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[6.] Que cada familia cristiana crezca en la fidelidad a esta noble vocación de ser una verdadera escuela de oración, en la que los niños aprendan el amor sincero de Dios, maduren en la autodisciplina y en la atención a las necesidades de los demás, y en la que, modelados por la sabiduría que proviene de la fe, contribuyan a construir una sociedad cada vez más justa y fraterna. Las sólidas familias cristianas de estas tierras son una gran herencia recibida de las generaciones precedentes. Que las familias de hoy sean fieles a esta gran herencia y que nunca falte el apoyo material y moral que necesitan para desempeñar su papel insustituible al servicio de la sociedad.

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[7.] Un aspecto importante de vuestra reflexión en este Año de la familia ha sido la particular dignidad, vocación y misión de las mujeres en el plan de Dios. ¡Cuánto debe la Iglesia en estas tierras al paciente testimonio de fe y amor de innumerables madres cristianas, religiosas, maestras, doctoras y enfermeras! ¡Cuánto debe vuestra sociedad a todas las mujeres que de diferentes maneras, a veces valientes, han dedicado su vida a construir la paz y a promover el amor! Desde las primeras páginas de la Biblia, vemos cómo el hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, están llamados a complementarse mutuamente como administradores de los dones de Dios y colaboradores suyos en comunicar su don de la vida, tanto física como espiritual, a nuestro mundo. Por desgracia, esta dignidad y misión dadas por Dios a las mujeres no siempre han sido suficientemente comprendidas y estimadas.

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra