[0211] • LEÓN XII, 1823-1829 • PRIVILEGIO PAULINO E INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO
De la Instrucción Vir et mulier, del Santo Oficio, al Arzobispo de Quebec (Canadá), 16 septiembre 1824
1824 09 16 0007
[7.–][...] El Pontífice establece allí[1] dos principios: 1.–Los matrimonios de los infieles pueden disolverse cuando uno de los cónyuges se convierte a la fe católica, y el otro continuando en la infidelidad, se niega a cohabitar con el cónyuge converso; o en caso de consentir en ello, lo hace, sin embargo, no sin ofensa del Creador; y por tanto la parte convertida puede pasar a contraer un nuevo matrimonio entre católicos. 2.–Con todo, debe haber constancia de la negativa del cónyuge infiel, y no sólo por presunción, sino por interpelación judicial, a no ser que exista una dispensa Apostólica.
[1]. [Benedictus XIV, De Syn. Dioc., lib. 13, c. 21: BSyn 2, 184-188].
1824 09 16 0009
[9.–][...] El principio de derecho común es: al quedar libre del vínculo conyugal la mujer, lo queda también el marido. Se debe a que como el vínculo se da entre los dos –haciendo de los dos uno–, la libertad del uno conlleva consiguientemente la del otro. Y nada interesa saber si el marido hizo de verdad o no la promesa referida, es decir, si entre él y esa mujer hubo o no verdadero matrimonio. Ocurre a veces que lo que se pone como causa para su disolución no es la duda de si existe matrimonio, sino la negativa a cohabitar; la disolución del vínculo supone, en efecto, un verdadero matrimonio.
1824 09 16 0012
[12.–][...] No vale lo primero, porque –dado que el matrimonio entre infieles, no impedido por ningún impedimento de derecho divino o natural, es válido e indisoluble– no se puede disolver ni dirimir por el abandono caprichoso de uno de los dos, y ni siquiera por el mutuo consentimiento y voluntad de ambos cónyuges. Subsiste, pues, el vínculo conyugal, y no puede ser disuelto si se omite la interpelación del marido.
1824 09 16 0007
[7.–][...] Duo enim ibi [1] Pontifex ponit principia: 1. Matrimonia infidelium dissolvi posse si coniugum alter ad catholicam convertatur fidem, remanente altero in infidelitate ac renuente cum coniuge converso cohabitare; vel si voluerit, non tamen absque contumelia Creatoris; ideoque partem conversam posse inter catholicos ad alia vota transire. 2. Constare tamen debere de infidelis coniugis renuentia, non ex sola praesumptione, sed per iudicialem eiusdem interpellationem, nisi interveniat Apostolica dispensatio.
[1]. [Benedictus XIV, De Syn. Dioc., lib. 13, c. 21: BSyn 2, 184-188].
1824 09 16 0009
[9.–][...] Principium autem iuris communis est: soluta a vinculo coniugali muliere, solutum remanere et virum. Quippe vinculum est inter duo, seu duorum in unum, idcirco libertas unius libertatem infert alterius. Nec refert inquirere an vir revera emiserit, vel non, assertam promissionem, scilicet an verum constiterit ipsum inter et dictam mulierem matrimonium. Quandoquidem non matrimonii dubietas in causa est eius solutionis, sed renuentia cohabitandi, quin imo solutio verum matrimonium supponit.
1824 09 16 0012
[12.–][...] Non valet primum quia cum matrimonium infidelium, cui nullum obstet impedimentum iuris divini aut naturalis, validum sit et indissolubile, nedum arbitraria alterutrius derelictione non solvitur, sed neque mutuo amborum coniugum consensu nec voluntate dirimi potest. Subsistit igitur coniugale vinculum, nec potest solvi omissa viri interpellatione.
[CICF 4, 147-149]