[0276] • LEÓN XIII, 1878-1903 • EDUCACIÓN RELIGIOSA DE LOS HIJOS
De la Carta Officio sanctissimo, a los Obispos de Baviera (Alemania), 22 diciembre 1887
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9.–[...] Mucho aprovecharán los consejos y esfuerzos dados de común acuerdo por los padres de familia. Por lo cual se les debe advertir y exhortar lo más seriamente posible a que tomen conciencia de lo grandes y santos que son los deberes que en relación con sus hijos tienen con Dios; de que deben educarlos en el conocimiento de la Religión, de buenas costumbres, como piadosos adoradores de Dios; de que actúan culpablemente si confían esa edad crédula e incauta a preceptores poco seguros. En estos deberes –nacidos del hecho mismo de la procreación de los hijos–, sabrán los padres de familia que gozan de otros tantos derechos por naturaleza y en justicia, y que son tales, que no les es lícito pasarlos por alto, que ninguna potestad humana puede quitar ninguno, porque nadie, entre los hombres, puede desligarse de los deberes con los que está ligado con Dios. Consideren, pues, los padres, que tienen el grave deber de cuidar a los hijos, pero que es mucho mayor el que tienen de guiarlos por esa vida mejor y más alta que es la del alma: por esto, cuando ellos mismos no puedan hacerlo, tienen la obligación de lograr que otros lo hagan en su nombre, de tal manera que sus hijos se instruyan y formen en la necesaria enseñanza de la Religión gracias a maestros capacitados. Ya no es infrecuente el ejemplo, realmente muy hermoso, de religión y generosidad que, allí donde no hay ninguna escuela a cargo del Estado salvo las que se llaman neutras, los católicos han dado, al abrir con grandes esfuerzos y gastos, algunas suyas, y sostenerlas con idéntica constancia. Y es algo muy de desear que, donde sea necesario y atendidas las circunstancias de tiempo y todas las demás, se abran muchos de estos lugares, tan necesarios y seguros para los jóvenes.
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9.–[...] Valebunt autem permultum consilia el opera patrumfamilias sociata. Quare opus est admonitione ad eos et hortatione quanta fieri possit gravissima: velint animadvertere, quam magna sanctaque officia sibi cum Deo intercedant de liberis suis; ut scientes religionis, bene moratos, Deum pie colentes educare debeant; ut faciant damnose, si aetatem credulam et incautam suspectis praeceptoribus in discrimen committant. Hisce in officiis, simul cum procreatione liberorum susceptis, noverint patresfamilias, totidem iura inesse secundum naturam et aequitatem, atque esse eiusmodi, de quibus nihil liceat sibi remittere, nihil cuivis hominum potestati liceat detrahere, quum, officiis solvi quibus homo teneatur ad Deum, sit per hominem nefas. Hoc igitur parentes reputent, se magnum quidem onus gerere de liberorum tuitione, multo tamen gerere malus, ut eos ad meliorem potioremque vitam, quae animorum est, educant: quod ubi per se ipsi praestare nequeant, suum prorsus esse vicaria opera aliorum praestare, ita ut necessariam religionis doctrinam ex magistris probatis audiant liberi et percipiant. Iam illud non infrequens est exemplum sane pulcherrimum religionis munificentiaeque, ut, quibus locis scholae nullae publice paterent nisi quae neutrae vocantur, catholici viri magnis laboribus et sumptibus aperuerint certas suas, et pari constantia sustentent. Praeclara haec et tutissima iuventutis perfugia, ubi opus est, pro rerum et locorum rationibus, alia atque alia constitui maxime optandum.
[CICF 3, 276]