[1153] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, “IGLESIA DOMÉSTICA”
Del Discurso Nach unserer ersten, a los miembros de la Asociación para la Familia, del Movimiento Internacional de Schönstatt, 27 abril 1984
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[1.–] [...] La Iglesia, ya lo sabéis, presta hoy un especial cuidado pastoral a la familia. Fue el tema del último Sínodo de Obispos y es también el punto central de la Exhortación Apostólica que surgió de aquel Sínodo, la “Familiaris consortio”.
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[2.–] La preocupación por el matrimonio y por la familia es una de las principales tareas de una pastoral viva y adecuada a estos tiempos. La familia no es sólo la célula original de la sociedad humana, sino también de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha dicho justamente de la familia que es algo así como una “Iglesia doméstica”, en la cual “los padres deben ser para sus hijos los primeros testigos de la fe mediante la palabra y el ejemplo” (Lumen gentium, 11). Yo os animo a vosotros, como ma trimonios cristianos, así como a las familias que vosotros representáis, a corresponder con todas vuestras fuerzas a este importante apostolado en el ámbito de vuestras propias familias y a tomar como directrices de vuestra actuación la doctrina de la Iglesia y de su magisterio supremo.
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[3.–] Sin la decidida y comprometida cooperación de vosotros, padres, no es prácticamente posible transmitir efectivamente la fe a las nuevas generaciones. Vosotros sois para vuestros hijos no sólo los primeros, sino en la mayoría de los casos también los más importantes testigos de la fe. Ya desde muy pronto vuestros hijos se dan cuenta de si para vosotros vale la pena vivir en comunión viva con Dios; si vosotros vivís en la confianza de la dirección de Dios, en comunión con Jesucristo; si vivís conscientemente confiados en la fuerza y dirección del Espíritu Santo. Muy pronto se dan cuenta de si amáis a la Iglesia, de si frecuentáis los actos litúrgicos y los sacramentos, y sobre todo de si os esforzáis seriamente en vivir vuestra fe. ¡Vuestra vida es mucho más efectiva que vuestras palabras!
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[4.–] De un saneamiento y fortalecimiento de la familia como semillero de la vida religiosa podemos esperar decisivos impulsos para una renovación espiritual en la Iglesia y en la sociedad. Una familia cristiana verdaderamente viva será igualmente efectiva apostólicamente en su entorno. Para la Iglesia, tales familias serán, de acuerdo con lo que dice el Concilio Vaticano II, “semilleros del apostolado laical, así como de vocaciones sacerdotales y religiosas” (Ad gentes, 19).
[OR (ed. esp.), 22.VII. (19)84, 4]
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[1.–] [...] Der Familie gilt bekanntlich heute die besondere pastorale Sorge der Kirche. Sie bildete das Thema der letzten Bischofssynode und ist auch das zentrale Anliegen des sich davon herleitenden wichtigen Apostolischen Schreibens “Familiaris consortio”.
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[2.–] Die Sorge um Ehe und Familie ist eine der Hauptaufgaben einer lebensnahen und zeitgemäßen Pastoral. Die Familie ist nicht nur die Urzelle der menschlichen Gemeinschaft, sondern auch der Kirche. Das II Vatikanische Konzil hat die Familie zu Recht eine “Art Hauskirche” genannt, in der “die Eltern durch Wort und Beispiel für ihre Kinder die ersten Glaubensboten sein sollen” (1). Ich ermutige euch als christliche Eheleute sowie alle Familien, die ihr hier vertretet, in eurem aufrichtigen Bemühen, diesem wichtigen Apostolat im Kreise eurer eigenen Familien nach Kräften zu entsprechen und hierbei die Lehre der Kirche und ihres obersten Lehramtes als Richtlinie für euer Handeln zu nehmen.
1. Lumen gentium, 11 [1964 11 21a/11].
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[3.–] Ohne das aufgeschlossene und engagierte Mitwirken gerade von euch Eltern ist es kaum möglich, den Glauben wirksam an die nachfolgende Generation weiterzuvermitteln. Ihr seid für eure Kinder nicht nur die ersten, sondern in den allermeisten Fällen auch die wichtigsten Glaubenszeugen. Schon von früh an spüren eure Kinder, ob ihr Wert darauf legt, in lebendiger Verbindung mit Gott zu leben; im Vertrauen auf seine Führung, in Gemeinschaft mit Jesus Christus und im Bewußtsein, daß ihr auf die Kraft und Führung des Heiligen Geistes vertraut. Schon früh spüren sie, ob ihr die Kirche liebt, den Gottesdienst und die Sakramente, vor allem, ob ihr euch ernstlich bemüht, euren Glauben auch zu leben. Viel wirksamer als eure Worte ist euer Leben!
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[4.–] Von einer Gesundung und Erstarkung der Familie als Pflanzstätte des religiösen Lebens dürfen wir entscheidende Impulse für eine geistige Erneuerung in der Kirche und in der Gesellschaft erwarten. Eine wirklich lebendige christliche Familie wird gleichsam von selbst in ihre Umgebung hinein apostolisch wirksam. Für die Kirche werden solche Familien, wie das II Vatikanische Konzil überzeugt ist dadurch sogar “zu Pflanzstätten des Laienapostolates sowie für Priester– und Ordensberufe” (2).
[Insegnamenti GP II, 7/1, 1130-1131]
2. Ad gentes, 19.