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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1210] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PASTORAL EN FAVOR DE LA FAMILIA

Del Discurso Dierbare broeders, al Clero y a los Colaboradores Pastorales, en el Centro de Congresos de Utrecht (Holanda), 12 mayo 1985

1985 05 12 0007

7. Un segundo sector de compromiso, que deseo subrayar, es el de la pastoral en favor de la familia. He manifestado ya en otras ocasiones la convicción de que el futuro de la evangelización depende en gran parte de la “Iglesia doméstica”: tal como sea la familia, serán los fieles de la Iglesia de mañana. El tema se ha afrontado en el Sínodo de los Obispos de 1980, que trató de esto con profunda sensibilidad pastoral, ofreciendo una rica cantidad de enseñanzas y orientaciones, que luego he presentado al Pueblo de Dios con la Exhortación Apostólica Familiaris consortio. Deseo que en toda la Iglesia se trabaje diligentemente según las líneas indicadas en dicho Documento. Sé que ya se hace mucho en vuestras parroquias para ayuda de la familia en los varios momentos de su camino. A la vez que expreso mi aprecio por las iniciativas ya realizadas, os exhorto a perseverar con generosidad en un sector pastoral tan urgente, estudiando las formas de intervención que resulten más eficaces para ayudar a las jóvenes parejas, primero a comprender, y luego a vivir en plenitud el designio de Dios sobre el amor humano. Empresa nada fácil, si se consideran las no leves deformaciones que sobre tal designio se han difundido activamente por varios “centros de opinión” del mundo actual. La dificultad de la tarea, sin embargo, no debe llevar al desaliento: el creyente sabe que puede contar con la ayuda de Dios en una causa que toca tan de cerca la dignidad del hombre y su terreno y eterno destino.

En el contexto de la familia me urge, finalmente, señalar a vuestro celo, queridísimos hermanos y hermanas, un tercer objetivo pastoral: el contexto social de hoy parece exigir un compromiso particularmente decisivo por parte de cada persona de buena voluntad en defensa de la vida, desde el primer florecer en el seno materno hasta el último aliento del inevitable ocaso. Quizá nunca como hoy, ante un mundo que cede cada vez más a la fascinación tenebrosa de una cultura de la violencia y de la muerte, los cristianos están llamados a dar testimonio de su fe en un Dios “no de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lc 20, 38). Uno de los servicios más importantes que la Iglesia puede prestar al mundo está en esto precisamente: promover con el testimonio de la palabra y del ejemplo una auténtica cultura de la vida.

[DP (1985), 138]