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6. Un campo es particularmente importante: el de la vida familiar. Una sociedad se degrada cuando los matrimonios son cada vez menos numerosos y más inestables, cuando cada uno busca ante todo satisfacer su egoísmo y los placeres fáciles, cuando se aceptan las infidelidades y las rupturas. Los cristianos deben testimoniar entonces que una vida de hogar sólida, bien preparada, animada por el amor recíproco, es un valor irreemplazable. Recibiendo el sacramento del matrimonio, reconocen que todo amor viene de Dios y no puede ser vivido fielmente si no es con la gracia de Dios, con la fuerza del amor que Cristo manifestó por su Iglesia. Y acogiendo la vida, de acuerdo con una paternidad responsable, respetándola siempre desde que es concebida, los esposos pasan a ser cooperadores del amor de Dios creador. Ellos son también los primeros responsables de la educación de sus hijos, de su crecimiento en la fe. Queridos esposos y padres cristianos, en virtud del matrimonio, tenéis una misión de primer rango en la Iglesia y en la sociedad. Orad, rezad juntos a Cristo, presente en vuestro hogar. Y tratad, con ocasión de las reuniones o de los retiros, de ayudaros entre familias.

[OR (ed. esp.) 21-XII-1986, 13]