[1423] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PASTORAL DE LOS NIÑOS Y LOS ADOLESCENTES
Discurso Cuantas vezes, a los Niños de Brasil, en Salvador (Brasil), 20 octubre 1991
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1. Muchas veces en mi vida he leído y escuchado las palabras de nuestro Señor que decían que si “no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18, 3), y que “al que escandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar” (Mt 18, 6). Cuando querían alejar de Él a los niños, reclamó: “Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mt 19, 14).
Ésta es la causa por la que yo, que soy indigno discípulo de Jesús, me he sentido feliz cuando he sabido que los niños del Brasil querían reunirse conmigo. He dicho: “¡Dejad que los niños se acerquen al Papa!”.
Estoy más contento todavía por el hecho de que sois vosotros, niños de Bahía, los que os reunís conmigo en nombre de todos los niños brasileños. Por ello, os digo: “¡Niños de Bahía, buenos días! ¡Niños del Brasil, buenos días!”.
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2. Quiero deciros, ante todo, que vosotros sois muy importantes para el Papa. Importantes porque aquí, en Brasil, sois muchos y constituís una gran parte de la población. ¿Lo sabíais? Importantes porque sois el futuro del Brasil, el futuro de la nación, importantes porque sois también el futuro de la Iglesia. ¿Lo sabíais? Cada vez debéis ser más conscientes de ello.
Lo que es hermoso entre vosotros es que cada uno mira a los otros niños y les da la mano, sin diferencias de color, de condición social, de religión. Vosotros os dais la mano los unos con los otros. Ojalá los adultos hicieran como vosotros y terminaran con todas las discriminaciones. Sólo así el mundo podría encontrar la paz. ¿Queréis la paz en el mundo? ¿Queréis un mundo en la paz?
Para ser verdaderamente importantes, tenéis necesidad de una familia de padres unidos, de una atmósfera de amor y de paz. Es necesario ayudar a los niños que nacen y crecen al margen de una verdadera familia. Pero es necesario hacer algo también para que todos los niños vean respetado su derecho a tener padres unidos, hermanos que se aman, una casa armoniosa y feliz. Si queréis esto, levantad la mano derecha.
Para ser importantes, tenéis necesidad de escuelas en las que todos, sin excepción, aprendan a leer y a escribir, a contar y a hacer todo lo que es necesario para crecer. Niños que ya vais a la escuela, ¿queréis aplicaros y ser estudiosos para aprender mucho? ¿Queréis que los demás, que todavía no van a la escuela, tengan buenas escuelas para estudiar?
Para ser importantes, debéis conocer a Jesucristo, tenéis necesidad de amarlo como vuestro mejor amigo, rezarle siempre, todos los días. Si queréis esto, levantad ahora la mano izquierda. Debéis también aprender el catecismo en casa, en la escuela y en la Iglesia, prepararos para la primera comunión y para la confirmación. Si queréis esto, levantad las dos manos.
Si ser niños es tan importante, entonces todos los niños son importantes. Todos los niños son importantes, todos, no pueden ni deben existir niños abandonados. Ni niños sin familia. Ni niños o niñas de calle. No puede ni debe haber niños utilizados por los adultos con finalidades inmorales, para el tráfico de droga, para los pequeños y grandes crímenes, para practicar el vicio. No puede ni debe haber niños en los reformatorios y en los correccionales, donde no consiguen tener una buena educación. No puede ni debe haber, es el Papa el que lo pide y lo exige en nombre de Dios y de su Hijo, que ha sido niño, Jesús, no puede ni debe haber niños asesinados, eliminados con el pretexto de prevenir los crímenes, marcados de muerte. ¿Queréis que todos los niños sean felices? ¿Queréis una ciudad, un Estado, un país sin infancia abandonada ni niños o niñas de calle?
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3. Me dirijo, ahora, a los adultos aquí presentes, en compañía de sus niños, o que están escuchando mis palabras, desde este altiplano del “Bonfim” hasta Bahía y en todo el Brasil. Creo que hablo en nombre y por delegación de estos niños.
Permitidme, primero, que exprese a la sociedad brasileña mi alegría y mis felicitaciones por dos acontecimientos. En primer lugar, por la creación de un Ministerio de la Infancia. Deseo que este órgano pueda encontrar la creatividad y la agilidad necesarias y los medios indispensables para poner remedio a todos los problemas que afligen a la infancia brasileña. Alegría y felicitaciones, en segundo lugar, por la promulgación, recientemente, del Estatuto del Niño y del Adolescente. He podido seguir, con interés, su elaboración. Me alegro al saber que el Estatuto está ya en vigor, habiendo sido aprobado por las dos Cámaras del Congreso Nacional y, por tanto, por casi todo el pueblo brasileño. No es una panacea ni pretende resolver todos los problemas. Debemos, en general, tener confianza y pensar que, a pesar de sus inevitables limitaciones, podrá servir para llevar hacia adelante una política social adecuada en favor de los niños y de los adolescentes. Deseo que pueda suscitar, a todos los niveles de la comunidad brasileña, iniciativas eficaces orientadas a resolver estos problemas.
En el campo eclesiástico, observo con alegría el dinamismo con el que gran número de diócesis está llevando hacia adelante, en todo el país, la pastoral del adolescente y la pastoral del menor. En efecto, las palabras pronunciadas hace poco por la hermana María del Rosario, de la secretaría de la pastoral del menor, que agradezco sinceramente, demuestran este dinamismo en este momento. Distintas en lo que se refiere a los objetivos inmediatos y a los métodos, estas dos pastorales están, necesariamente relacionadas entre sí por el servicio que prestan. Con satisfacción señalo la reciente creación, primeramente en Brasilia y ahora en Salvador, del movimiento en favor de la Vida, al que deseo y para el que pido la bendición divina, que sea un instrumento válido y eficaz para conseguir que se reduzca el azote del aborto, para promover y defender la vida desde la concepción en el seno del vientre materno hasta su fin natural, prestar acogida a las gestantes y a las madres en dificultades, ofrecer una mejor calidad de vida a los niños que nacen.
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4. Deseo ahora invitar a todos, a cada uno en el propio ámbito humano, religioso, profesional y político, a consolidar algunos factores capaces de transformar la triste situación de millones de niños brasileños marginados.
Primer factor, una educación de base de buena calidad, que se dirija al niño desde la edad escolar. La educación de la mujer en las zonas pobres a fin de que pueda llevar hacia adelante con competencia su insustituible misión en el seno de la familia y de la comunidad.
Segundo, la paternidad y la maternidad responsables, ideal fuertemente predicado por mi predecesor Pablo VI, que excluye métodos anticonceptivos artificiales que no respetan la dignidad de la persona y del matrimonio. Para ello, entre las iniciativas en favor de un aumento normal y equilibrado de la población, los poderes públicos no tienen el derecho de fomentar el aborto, la esterilización masiva, la propaganda indiscriminada de métodos artificiales para limitar los nacimientos. La planificación según métodos naturales contribuye a la educación y a la madurez de las parejas, sobre todo en los ambientes más pobres. La exigencia de una paternidad y de una maternidad responsables debe tener un apoyo legal suficiente. El nascituro tiene el derecho no sólo de nacer, sino de nacer como fruto de un amor responsable y no de una aventura, de encontrar afecto, entrega y protección dentro de una familia bien organizada.
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5. En nombre de Cristo, nuestro Maestro y Señor, pido a todos que trabajen en favor de la infancia.
Excusadme, niños: Debía decir algunas cosas a los adultos, pero ahora vuelvo a hablar con vosotros. Si no habéis comprendido lo que he dicho a los adultos, no importa. Lo importante es que ellos comprendan. A vosotros quiero deciros una cosa muy seria, verdaderamente muy seria: El Papa ama con todo el corazón a los niños del Brasil.
Para demostraros cuánto ama el Papa a los niños del Brasil, os haré una confidencia. Hace algunos meses recibí una suma de dinero, con motivo del premio “Artífice de la Paz” que me ha sido concedido. Entonces, he tomado la decisión de destinar íntegramente esta suma a los niños abandonados del Brasil, entregándola a vuestro amado arzobispo cardenal Lucas Moreira Neves, a fin de contribuir a las iniciativas en favor de los niños más necesitados. Y lo hago con todo el corazón porque, siguiendo el ejemplo de Jesús, vuelvo a repetiros: “¡El Papa tiene un gran amor por los niños!”.
¡Quiere veros crecer felices! Vuestra alegría, el entusiasmo con el que cantáis, gritáis y rezáis, constituyen la mayor riqueza y la más grande esperanza del Brasil. ¡Que Dios os bendiga a todos! ¡Que Nuestra Señora os proteja!
¡Que llegue a vosotros mi gran, gran abrazo y mi Bendición!
¡Vivan los niños del Brasil!
¡Vivan los niños del Brasil!
¡Vivan los niños del mundo entero!
[E 51 (1991), 1696-1697]
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1. Quantas vezes na minha vida li e ouvi as palavras de Nosso Senhor dizendo que “quem não se fizer parecido às crianças não entrará no Reino dos Céus” (1), e “quem colocar um obstáculo para uma criança cair, seria melhor ser jogado ao mar” (2). Quando, queriam afastar d’Ele as crianças, Ele reclamou: “Deixem vir a mim as criancinhas” (3).
Por isso, eu, que sou indigno discípulo de Jesus e faço as vezes d’Ele na Igreja, fiquei feliz quando soube que as crianças do Brasil queriam me encontrar. Eu disse: “Deixem que elas venham ao Papa!”.
Estou ainda mais feliz porque são vocês, crianças da Bahia, que hoje se encontram comigo em nome de todas as crianças do Brasil. Digo então a Vocês: “Crianças da Bahia, bom dia! Crianças do Brasil bom dia”!
1. Mt. 18,3.
2. Mt. 18,6.
3. Mt. 19,14.
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2. Quero dizer-lhes, antes de tudo, que vocês são muitos importantes para o Papa. Importantes porque, aqui no Brasil vocês são muitas e formam grande parte da população. Vocês sabiam disto? Importantes porque são o futuro do Brasil, o futuro da Nação, importantes porque são também o futuro da Igreja. Vocês sabiam? Devem saber mais e mais!
O que é bonito em vocês, crianças, é que cada uma olha as outras crianças e dá as mãos, sem fazer diferença de cor, de condição social, de religião. Vocês dão as mãos umas às outras. Tomara que os grandes fizessem também como vocês e acabassem com toda discriminação. Só assim o mundo poderia encontrar a paz. Vocês querem a paz no mundo? Vocês querem um mundo em paz?
Para serem realmente importantes, vocês precisam de uma família, de pais unidos, de um clima de amor e de paz. É preciso ajudar às crianças que nasceram e estão crescendo fora de uma verdadeira família. Mas é preciso também fazer alguma coisa para que todas as crianças vejam respeitado seu direito de terem pais unidos, irmãos que se amam, uma casa harmoniosa e feliz. Se vocês querem isso levantem a mão direita!
Para serem importantes, vocês precisam de escolas, onde todas, sem exceção, aprendam a ler e a escrever, a fazer as contas e tudo mais que é necessário para crescer na vida. Crianças que já vão à escola, vocês querem ser aplicadas e estudiosas para aprender muito? Vocês querem que as outras, que ainda não vão à escola, tenham boas escolas para estudar?
Para serem importantes, vocês precisam conhecer Jesus Cristo, precisam amá-L’O como seu maior amigo, rezar a Ele todos os dias sem falta. Se vocês querem isso, levantem agora a mão esquerda! Vocês precisam também aprender o Catecismo em casa, na escola e na Igreja, preparar-se para a Primeira Comunhão e para a Crisma. Se vocês querem isso, levantem as duas mãos!
Se ser criança é tão importante, então todas as crianças são importantes, todas as crianças são importantes, todas! Não pode nem deve haver crianças abandonadas. Nem crianças sem lar. Nem meninos e meninas de rua. Não pode nem deve haver crianças usadas pelos adultos para a imoralidade, para o tráfico de drogas, para as pequenas e grandes infrações, para a prática do vício. Não pode nem deve haver crianças amontoadas em centros de triagem e casas de correção, onde não conseguem receber uma verdadeira educação. Não pode nem deve haver, é o Papa quem pede e exige em nome de Deus e de seu Filho, que foi criança também Jesus, não pode nem deve haver crianças assassinadas, eliminadas sob pretexto de prevenção ao crime, marcadas para morrer! Vocês querem que todas as crianças sejam felizes? Querem uma cidade, um Estado, um País, sem crianças abandonadas e meninos e meninas de rua?
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3. Falo agora aos adultos aqui presentes, na companhia de suas crianças, ou que ouvem minhas palavras, desta esplanada do Bonfim, para a Bahia e todo o Brasil. Creio que lhes falo em nome e por delegação dessas crianças.
Permitam-me, antes de tudo, manifestar à sociedade brasileira minha alegria e felicitações por dois eventos. Primeiro pela criação de um ministério da Criança. Faço votos que este orgão possa encontrar a criatividade e a agilidade necessárias, e os indispensáveis recursos, para levar remédio a todos os problemas que afligem a criança brasileira. Alegria e felicitações, em segundo lugar, pela promulgação, ainda recente, do Estatuto da Criança e do Adolescente. Pude acompanhar, com interesse, sua elaboração. Alegro-me por saber que esse Estatuto está em vigor, aprovado pelas duas Casas do Congresso Nacional e, portanto, por um certo consenso de todo o povo brasileiro. Ele não é uma panacéia nem pretende resolver todos os problemas. Devemos, porém, ter confiança de que, malgrado suas inevitáveis limitações, ele poderá ser útil para uma política social adequada em favor da criança e do adolescente. Faço votos de que ele inspire, em todos os níveis da comunidade brasileira, iniciativas eficazes, visando solucionar os problemas.
No campo da Igreja, minha alegria é constatar o dinamismo, com que estão atuando em todo o País, em grande número de Dioceses, a Pastoral da Criança e a Pastoral do Menor. Por isso, as palavras, há pouco proferidas pela Irmã Maria do Rosário, do Secretariado da Pastoral do Menor, a quem muito agradeço, atestam este dinamismo a esta hora. Distintas nos seus objetivos imediatos e nos seus métodos, estão forçosamente interligadas no serviço que prestam. Com prazer assina-lo a criação recente, primeiro em Brasília e agora em Salvador, do Movimento Pró-Vida ao qual desejo e para o qual peço a bênção divina, a fim de que ele seja um instrumento válido e eficaz para diminuir o flagelo do aborto, promover e defender a vida desde a concepção, no ventre materno, até seu fim natural, dar amparo às gestantes e às mães em dificuldade, permitir uma qualidade de vida melhor para as crianças que nascem.
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4. Desejo agora convidar a todos, cada qual no próprio âmbito humano, religioso, profissional, ou político, a assegurar alguns fatores capazes de reverter a triste situação de milhões de crianças brasileiras marginalizadas.
Primeiro, a educação básica de boa qualidade, dirigida à criança desde o pré-escolar. A educação da mulher em áreas carentes para que possa cumprir com competência sua missão insubstituível na família e na comunidade.
Segundo, a paternidade e maternidade responsáveis, ideal fortemente pregado por meu Predecessor Paulo VI, exclui métodos anticoncepcionais artificiais que não respeitam a dignidade das pessoas e dos casais. Por isso, nas suas iniciativas em favor de um crescimento normal e equilibrado da população, os poderes públicos não têm o direito de promover o aborto, a esterilização em massa, a propaganda indiscriminada de meios artificiais para limitar filhos. O planejamento por métodos naturais, contribui para a educação e o crescimento dos casais, sobretudo nos ambientes mais carentes. A exigência da paternidade e maternidade responsáveis deve ter um amparo legal eficiente. O nascituro tem o direito não só a nascer, mas a nascer fruto do amor responsável e não de uma aventura, a encontrar carinho, dedicação e proteção num lar bem organizado.
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5. Em nome de Cristo, nosso Mestre e Senhor, convoco a todos a trabalhar em favor da criança!
Desculpem-me crianças! Eu precisava dizer umas coisas aos adultos, mas agora volto a falar para vocês. Se não entenderam o que eu disse aos grandes, não faz mal. O importante é que eles entendam! A vocês, quero dizer uma coisa muito séria, muito séria mesmo: o Papa ama, de todo coração, as crianças do Brasil!
Para mostrar a vocês como o Papa tem amor às crianças do Brasil vou fazer uma confidência. Faz alguns meses recebi uma importância em dinheiro, em decorrência do prêmio Artífice da Paz, que me foi atribuído. Então, tomei a decisão de destinar integralmente esta quantia para a infância abandonada do Brasil, entregandoa ao vosso querido Arcebispo, Cardeal Lucas Moreira Neves. A forma de contribuir para as iniciativas em prol das crianças mais necessitadas. E faço isso de todo o coração, porque o Papa tem um grande amor pelas crianças.
Quero ver vocês crescerem felizes! A alegria de vocês, o entusiasmo com que cantam, gritam e rezam, é a maior riqueza e a grande esperança do Brasil. Deus abençoe a todos! Nossa Senhora os proteja!
Para vocês, meu grande, grande abraço e minha Bênção!
Viva as crianças da Bahia!
Viva as crianças do Brasil!
Viva as crianças do mundo inteiro!
[AAS 84 (1992), 634-637]