[1453] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS ESPOSOS CRISTIANOS, TESTIMONIO DE SANTIDAD Y FIDELIDAD
Del Discurso This meeting, a los Obispos de Liberia, Gambia y Sierra Leona, en la visita ad limina, 9 julio 1992
1992 07 09 0007
7. Un laicado comprometido y bien instruido representa, además, la gran esperanza de vuestras comunidades eclesiales para un futuro más luminoso. No sólo su participación plena y activa en la liturgia, sino también su testimonio claro de los valores cristianos en su familia y en la sociedad, es un elemento esencial de una presencia cristiana vibrante y penetrante. En vuestros informes sobre la situación de vuestras diócesis os habéis prodigado verdaderamente en alabanzas a la colaboración inapreciable de vuestros catequistas y líderes laicos, que a menudo son el alma de sus comunidades. El futuro de la Iglesia depende en gran medida de su fidelidad. ¡Ojalá que Dios les recompense con fortaleza y alegría!
Os agradezco la atención especial que prestáis a la juventud. La vida de muchos jóvenes ha sido sacudida y transformada a causa de la violencia que han visto a su alrededor. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para ayudarles a hallar nuevas esperanzas y serenidad. Mucho se puede hacer para alentar a los grupos y asociaciones juveniles, a través de las escuelas católicas y los programas de educación religiosa.
Comparto, del mismo modo, vuestra profunda preocupación por las dificultades particulares que afectan al matrimonio cristiano en todas vuestras regiones. Ciertas actitudes morales dominantes y la práctica legalizada y difundida del divorcio desafían a las parejas cristianas a una mayor santidad y fidelidad. Los esposos necesitan un gran apoyo de parte de la Iglesia; hay que animar a las familias a ayudarse unas a otras a través de asociaciones y actividades que miren a promover la espiritualidad, la formación y el apostolado, y a favorecer un estilo de vida inspirado en el Evangelio y en la fe de la Iglesia (cfr. Familiaris consortio, 72). De esta forma, los esposos y las esposas manifestarán recíprocamente la profundidad de su amor, y –según las palabras de la carta a los Efesios– su amor resplandecerá como “un gran misterio”, es decir, como un signo del vínculo que une a Cristo con su Iglesia (cfr. Ef 5, 32).
[O R (e. c.), 31.VII.1992, 5]
1992 07 09 0007
7. A committed and well-instructed Laity is likewise the great hope of your ecclesial communities for a brighter future. Not only their full and active participation in the Liturgy but also the clear witness to Christian values which they give in the family and in society are the building-blocks of a vibrant and penetrating Christian presence. In your reports about conditions in your Dioceses you have rightfully been generous in praise for the priceless collaboration of your catechists and lay leaders. They are often the very life-line of their communities, and the future of the Church depends greatly on their fidelity. May God reward them with strength and joy!
I thank you for the special attention which you give to youth. The lives of so many young people have been shattered and transformed by the violence which they have seen around them. As far as possible efforts must be made to help them find new hope and serenity. Much can be done by encouraging youth groups and associations, and through the Catholic schools and programmes of religious education.
I also share your deep concern at the particular difficulties affecting Christian marriage in all your regions. Prevailing moral attitudes and the legalized and widespread practice of divorce and polygamy challenge Christian couples to a high degree of holiness and fidelity. Married people need the close support of the Church, and families should be encouraged to help one another through associations and activities aimed at fostering spirituality, formation and the apostolate, and at favouring a manner of living inspired by the Gospel and by the faith of the Church1 (0). In this way, husbands and wives will display the depth of their love for each other and –in the words of the Letter to the Ephesians– their love will shine forth as “a great foreshadowing”, that is, as a sign of the bond which unites Christ to his Church1 (1).
[AAS 85 (1993) 705-706]
10. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Familiaris consortio, 72 [1981 11 22/ 72].
11. Cfr. Ef 5,32.