[1466] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PRIORIDAD DE LA ATENCIÓN A LA FAMILIA EN LA PASTORAL DIOCESANA
Del Discurso Bem-vindos, a un grupo de Obispos de Portugal en la visita ad limina, 20 noviembre 1992
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[5.–] Por ello, reproduciendo en sí mismos la figura del Buen Pastor –que les fue impresa en la Ordenación Sacerdotal– “los Pastores conozcan las propias ovejas” para que ellas les puedan “reconocer y oír mejor” (6): tengan una mayor relación con los fieles, “compartiendo las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren” (7), consiguiendo su confianza y amistad.
En este cuidado y cercanía del Pastor, la familia deberá ser siempre prioritaria. Por cuanto, continúan en aumento los signos de su decadencia, tanto en su unidad y estabilidad, como en la generosidad de la transmisión de la vida, y en su custodia y educación. Conozco con cuánto empeño trabajan en este campo, pero, ante la actitud de rechazo, desconfianza o de simple sospecha que continúa predominando frente al proyecto divino sobre la familia enseñado por la Iglesia, es justo preguntarse si las parroquias están dando la respuesta justa y adecuada a las carencias y problemas reales de los esposos, de los padres y los hijos.
Debemos abrirles las puertas y tener un corazón solidario: llevemos a cabo “toda clase de esfuerzos para que la pastoral de la familia adquiera consistencia y se desarrolle, dedicándose a un sector verdaderamente prioritario, con la certeza de que la evangelización, en el futuro, depende en gran parte de la Iglesia doméstica” (8).
Por este motivo, el sacerdote visite las familias, comparta sus alegrías y sus dolores; dé un mayor espacio en la parroquia a la formación de grupos de espiritualidad familiar y de ayuda entre los matrimonios; la comunidad parroquial se muestre como una familia de familias, a la que deben dedicar lo mejor de los esfuerzos.
[OR (e. c.), 11.XII.1992, 18]
6. Cfr. Gv 10,14-16.
7. Cfr. Gaudium et spes, 1.
8. Ioannis Pauli PP. II Familiaris consortio, 65 [1981 11 22/ 65].
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5. Por isso, reproduzindo em si mesmos a figura do Bom Pastor –que neles foi impressa pela Ordenação sacerdotal– os pastores saiam a conhecer as suas ovelhas para que elas também os possam reconhecer e ouvir (6): desenvolvam maior contacto com os fiéis, “compartilhando as suas alegrias e expectativas, as tristezas e as angústias, sobretudo dos pobres e daqueles que sofrem” (7), conquistando a sua confiança e amizade.
Prioritária nesta atenção e proximidade do pastor, deverá ser cada vez mais a família. Infelizmente continuam a multiplicar-se os sinais do seu declínio, tanto na sua unidade e perseverança, como na generosidade em transmitir a vida, e na salvaguarda e educação da mesma. Sei quanto vos tendes empenhado neste campo, mas, face à atitude de recusa, desconfiança ou mera suspeita que continua a predominar no confronto do plano divino para a família anunciado pela Igreja, é justo interrogarmo-nos se as paróquias estão a dar a resposta correcta e adequada às reais carências e dramas dos esposos, dos pais e dos filhos.
Devemos-lhes a nossa porta aberta e o nosso coração solidário: empreguemos “todas as forças para que a pastoral da família se afirme e desenvolva, dedicando-nos a um sector verdadeiramente prioritário, com a certeza de que a evangelização no futuro, depende em grande parte da Igreja doméstica” (8). Por isso, o sacerdote visite as famílias e compartilhe as suas dores e alegrias; incremente na paróquia a constituição de grupos de espiritualidade familiar e de entreajuda conjugal; a comunidade paroquial apareça como uma família de famílias, onde lhes seja dedicado o melhor dos seus recursos.
[AAS 85 (1993), 900-901]
6. Cfr. Gv 10,14-16.
7. Cfr. Gaudium et spes, 1.
8. Ioannis Pauli PP. II Familiaris consortio, 65 [1981 11 22/ 65].