[1672] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DE LA VIDA, LA SANTIDAD DE LA PROCREACIÓN Y DE LA FAMILIA
Del Discurso My wish to celebrate, a la Conferencia Episcopal de Filipinas, Manila (Filipinas), 14 enero 1995
1995 01 14a 0005
5. Cumpliendo vuestra misión de pastores, habéis comprometido a la Iglesia de Filipinas a ser una “Iglesia de los pobres”. Habéis lanzado un llamamiento a los católicos para que abracen “el espíritu evangélico de la pobreza, que incluye el despego de la posesión y una profunda confianza en el Señor como fuente de salvación” (Documento del segundo Concilio plenario filipino, n. 125). Éste es el camino del Señor Jesús, con su amor especial por los que sufren, los marginados, los pequeños y los pecadores. No habéis guardado silencio ante las injusticias perpetradas contra los pobres, sino que habéis defendido enérgicamente sus derechos. En Filipinas los pobres están llamados a ser agentes eficaces de la evangelización y no sólo su objeto.
Habéis defendido con energía la verdad sobre el hombre en vuestra enseñanza sobre el valor de la vida humana y la santidad de la procreación. El año pasado, en mi Carta a las familias, escribí que “nos encontramos ante una enorme amenaza contra la vida; no sólo la de cada individuo, sino también la de toda la civilización” (n. 21). Cuando poderosos intereses promueven políticas que van contra la Ley moral inscrita en el corazón humano (cf. Rm, 2, 15), ofenden la dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, y al hacer eso minan los cimientos de la sociedad.
Dado que la Iglesia defiende como un tesoro los dones divinos de la vida humana y su dignidad inalienable, no puede menos que oponerse con fuerza a todas las medidas que, de cualquier manera, tienden a promover el aborto, la esterilización y también la anticoncepción. Vuestra firme oposición al pesimismo y al egoísmo de cuantos traman contra el esplendor de la sexualidad humana y de la vida humana (cf. Documento del segundo Concilio plenario filipino, n. 585), es una exigencia esencial de vuestro ministerio pastoral y de vuestro servicio al pueblo filipino. [...]
1995 01 14a 0007
7. Un desafío particular que vuestro ministerio debe afrontar es el de defender a la familia y fortalecer la vida familiar. La sociedad filipina tiene aún una fuerte tradición a este respecto, pero, como sabéis muy bien, las familias tienen cada vez más necesidad de ayuda para superar los efectos sociales y culturales negativos que acompañan las rápidas y profundas transformaciones económicas que se están llevado a cabo en toda Asia. Deseo daros gracias por todo lo que vuestra Conferencia, y en particular vuestra comisión para la vida familiar, ha hecho para llamar la atención sobre las necesidades de la familia durante el pasado Año de la familia.
Del mismo modo, los valores y necesidades especiales de los jóvenes requieren una solícita atención pastoral. Los jóvenes son la fuente de esperanza para el futuro, como hemos visto durante la X jornada mundial de la juventud precisamente aquí en Manila. Con su entusiasmo y su energía, es preciso impulsarlos y ayudarles a convertirse en “protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social” (Christifideles laici, 46). Son evangelizadores que llevan el Evangelio a sus coetáneos, sobre todo a cuantos se han alejado de la Iglesia y a los que a menudo no llegan las normales actividades pastorales. Mientras los medios ordinarios de la pastoral juvenil en las parroquias deben seguir desarrollándose, con el fin de garantizar que los jóvenes no queden aislados de la comunidad más amplia, también son útiles las asociaciones, los movimientos, los centros y los grupos especiales que responden a sus necesidades particulares (cf Redemptoris missio, 37). La Iglesia, que es siempre joven, recorre constantemente los caminos del mundo para salir al encuentro de los jóvenes, tomando ejemplo de su idealismo sincero, su espíritu inquieto, y su corazón generoso.
[O.R. (e. c.) 20.I.1995, 7 y 9]
1995 01 14a 0005
5. Fulfilling your role as Pastors, you have committed the Church in the Philippines to be a “Church of the Poor”. You have called on Catholics to embrace “the evangelical spirit of poverty, which combines detachment from possessions with a profound trust in the Lord as the source of salvation” (13). This is the way of the Lord Jesus, with his special love for the suffering, the marginalized, the little ones and sinners. You have not remained silent before injustices committed against the poor but have energetically defended their rights. In the Philippines the poor are called to be the vigorous agents of evangelization and not merely its objects.
You have strongly defended the truth about man in your teaching on the value of human life and the sanctity of procreation. Last year in my “Letter to Families” I wrote that “we are facing an immense threat to life; not only to the life of individuals but also to that of civilization itself” (14). When powerful interests promote policies which are against the moral law inscribed on the human heart (15), they offend the dignity of man who is made in the image and likeness of God, and in doing so they undermine the foundations of society itself. Because the Church treasures the divine gifts of human life and its inalienable dignity, she cannot but strenuously oppose all measures which are in any way directed at promoting abortion, sterilization and also contraception. Your firm stand against the pessimism and selfishness of those who plot against the splendor of human sexuality and human life (16) is an essential demand of your pastoral ministry and of your service to the Filipino people. [...]
13. II Concilio Plenario delle Filippine, Documento Conciliare, n. 125.
14. Ioannis Pauli PP. II Gratissimam Sane, 21 [1994 02 02/ 21].
15. Cfr. Rm 2,15.
16. II Concilio Plenario delle Filippine, Documento Conciliare, n. 585.
1995 01 14a 0007
7. A particular challenge facing your ministry is that of defending the family and strengthening family life. Filipino society still has a strong tradition in this regard, but increasingly –as you are well aware– families need help to offset the negative social and cultural effects accompanying the rapid and profound economic transformations taking place throughout Asia. I wish to thank you for all that your Conference, and in particular your Commission on Family Life, has done to focus attention on the family’s needs during the past Year of the Family.
Likewise, the special gifts and needs of young people deserve careful pastoral attention. Young people are the source of hope for the future, as we have seen during the Tenth “World Youth Day” right here in Manila. With their enthusiasm and energy, they must be encouraged and trained to become “leading characters in evangelization and participants in the renewal of society”26. They are evangelizers who bring the Gospel to their peers, especially those alienated from the Church who often cannot be reached by normal pastoral activities. While the ordinary means of youth work in parishes should continue and be developed, in order to ensure that the young are not isolated from the broader community, equally helpful are associations, movements, special centers and groups which meet their particular needs (27). The Church, which is ever young, constantly follows the paths of the world to meet the members of a younger generation, drawing inspiration from their sincere idealism, their searching minds and generous hearts.
[Insegnamenti GP II, 18/1, 111-114]
26. Ioannis Pauli PP. II Christifideles Laici, 46.
27. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Redemptoris Missio, 37.