[1957] • JUAN PABLO II (1978-2005) • DEFENDER EL DERECHO FUNDAMENTAL A LA VIDA
Del Discurso I am pleased, a los participantes en la Conferencia Ministerial del Consejo de Europa, con ocasión del L Aniversario de la Convención Europea de los Derechos Humanos, 3 noviembre 2000
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3. [...] El quincuagésimo aniversario de la Convención es un tiempo para dar gracias por lo que se ha logrado, y para renovar nuestro compromiso de hacer que los derechos humanos se respeten de forma más plena y extensa en Europa. Por tanto, es preciso reconocer claramente los problemas que se han de afrontar, si queremos que eso se haga realidad. Entre éstos, es fundamental la tendencia a separar los derechos humanos de sus bases antropológicas, es decir, de la visión de la persona humana peculiar de la cultura europea. También existe una tendencia a interpretar los derechos exclusivamente desde una perspectiva individualista, sin tener en cuenta el papel de la familia como “unidad fundamental de la sociedad” (Declaración universal de derechos humanos, art. 16). Y se da la paradoja de que, por una parte, se afirma con decisión la necesidad de respetar los derechos humanos, mientras que, por otra, se niega el más básico de ellos: el derecho a la vida. El Consejo de Europa ha logrado eliminar la pena de muerte de la legislación de la mayor parte de sus Estados miembros. A la vez que me congratulo por esa noble conquista y espero con ilusión que se difunda en el resto del mundo, deseo fervientemente que llegue pronto el momento en que se comprenda igualmente que se comete una enorme injusticia cuando no se salvaguarda la vida inocente en el seno materno. Esta contradicción radical sólo es posible cuando la libertad se separa de la verdad inherente a la realidad de las cosas, y cuando la democracia se aparta de los valores trascendentes.
[O.R. (e. c.), 10.XI.2000, 6]
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3. [...] The Fiftieth Anniversary of the Convention is a time to give thanks for what has been achieved and to renew our commitment to making human rights ever more fully and widely respected in Europe. It is therefore a time to recognize clearly the problems that must be addressed if this is to happen. Fundamental among these is the tendency to separate human rights from their anthropological foundation, that is, from the vision of the human person that is native to European culture. There is also a tendency to interpret rights solely from an individualistic perspective, with little consideration of the role of the family as “the fundamental unit of society” (Universal Declaration of Human Rights, art. 16). And there is the paradox that, on the one hand, the need to respect human rights is vigorously affirmed while, on the other, the most basic of them all –the right to life– is denied. The Council of Europe has succeeded in having the death penalty removed from the legislation of the large majority of its member States. While rejoicing in this noble achievement and looking forward to its extension to the rest of the world, it is my fervent hope that the moment will soon come when it will be equally understood that an enormous injustice is committed when innocent life in the womb of the mother is not safeguarded. This radical contradiction is possible only when freedom is sundered from the truth inherent in the reality of things, and democracy divorced from transcendent values.
[O.R., 4.XI.2000, 5]