[1980] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL DESTINO DEL HOMBRE DEPENDE DE LA FAMILIA
Mensaje Con vivo compiacimento, al Cardenal Camillo Ruini, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, con ocasión del XX Aniversario de la Familiaris Consortio, 15 octubre 2001
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1. Con viva complacencia he sabido que la Iglesia que está en Italia se prepara para celebrar el vigésimo aniversario de la Familiaris consortio con una serie de iniciativas, que serán de gran ayuda para el pueblo de Dios, para todos los que buscan la verdad y para la misma sociedad civil. Se trata de iniciativas importantes, que deseo acompañar con la oración y el afecto sincero, en espera de encontrarme con las familias italianas en la vigilia que se realizará en la plaza de San Pedro el sábado 20 de octubre y en la santa misa, que tendré la alegrÃa de celebrar al dÃa siguiente, con ocasión de la beatificación de los esposos Luis y MarÃa Beltrame Quattrocchi.
En los primeros tiempos de mi pontificado, cuando inauguré los trabajos del SÃnodo sobre la familia, el 26 de septiembre de 1980, dije que âla familia es el objeto primordial de la evangelización y de la catequesis de la Iglesia, y es al mismo tiempo el sujeto indispensable e insustituible de ellas: el sujeto creativoâ, y añadà que, por su fuerza creativa, âes precisamente la familia la que da la vida a la sociedadâ. Y luego concluà la homilÃa a los padres sinodales recordando que todas las tareas de la familia se resumen en una fundamental: âsalvaguardar y conservar al hombreâ (LâOsservatore Romano, edición en lengua española, 5 de octubre de 1980, p. 1).
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2. Muchos se preguntan: ¿por qué la familia es tan importante? ¿Por qué la Iglesia insiste tanto en el tema del matrimonio y la familia? El motivo es simple, aunque no todos logran comprenderlo: de la familia depende el destino del hombre, su felicidad y su capacidad de dar sentido a su existencia. El destino del hombre depende del de la familia y, por eso, no me canso de afirmar que el futuro de la humanidad está Ãntimamente vinculado al de la familia (cf. Familiaris consortio, 86). Esta verdad es tan evidente que parece paradójica la actitud, por desgracia muy difundida, de quien descuida, ofende y relativiza el valor del matrimonio y la familia.
La visión del hombre, la interpretación de su unidad personal, en la que se expresan la dimensión corporal, intelectual y espiritual, el significado de los afectos y de la generación de la vida ocupan el centro de un debate histórico, que influye profundamente en la condición de la familia. Frente a esta situación, la tarea principal de la Iglesia consiste en mostrar las razones por las que es urgente y necesario el compromiso de todos los cristianos en favor de la familia. Al mismo tiempo, las mismas familias y todas las personas de buena voluntad deben realizar todos los esfuerzos posibles para que se reconozcan los derechos de esta institución social fundamental, en beneficio de las personas y de la sociedad entera.
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3. El SÃnodo sobre la familia ha marcado la vida de la Iglesia en su camino de aplicación del concilio Vaticano II, y la Familiaris consortio, que recogió su valioso trabajo, representa una etapa decisiva en la determinación de las responsabilidades de la familia y de lo que es necesario hacer para ayudarle en el cumplimiento de sus insustituibles funciones. Veinte años después de esta exhortación apostólica, debemos dar gracias a Dios por los abundantes frutos que ha producido en la Iglesia y en la sociedad, y debemos recoger los brotes de bien que han surgido en el corazón de las familias, las cuales, a la luz de las enseñanzas propuestas en ella, están inaugurando una nueva etapa de activo protagonismo. Estos veinte años han servido para que madurara una difundida conciencia de la vocación y la misión de la familia y, como sucede en el curso normal de la vida humana, en este punto inicia la etapa de la madurez, asumiendo plenamente sus responsabilidades.
Es necesario que la Iglesia acompañe de modo adecuado este camino, dando también, a partir de los recursos espirituales enraizados en la gracia sacramental del matrimonio, todas las contribuciones humanas, culturales y sociales que pueden ayudar a la familia a convertirse en centro y encrucijada de la vida eclesial y social. Es preciso superar todos los dualismos ingenuos e impropios entre vida espiritual y vida social. El bien de la familia es un bien integral, y las diversas dimensiones de su existencia no se pueden separar. Su vida, en cuanto célula fundamental de la Iglesia y de la sociedad, tiene siempre un valor social y público, que debe ser reconocido, tutelado y promovido.
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4. La familia está en el origen de la historia de la salvación, pero también está en el origen de la historia de la humanidad, y podemos decir que es su esencia, porque la historia del hombre es fundamentalmente historia de amor. No podemos olvidar jamás que âel hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sà mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamenteâ (Redemptor hominis, 10, citado en la Familiaris consortio, 18).
En torno a este núcleo central de la existencia humana gira la familia y en él tiene su origen la sociedad. Demasiado a menudo, también hoy, se olvida esta verdad, se la falsifica y desprecia. Por tanto, deben multiplicarse las ocasiones de estudio y reflexión, las formas de movilización de las familias, las iniciativas culturales, sociales y polÃticas que, respetando las funciones y las competencias, puedan ayudar a los responsables del bien común a actuar coherentemente con la verdad del hombre, que implica siempre y en primer lugar la tutela de la vida humana, del matrimonio y de la familia. Desde hace tiempo la Iglesia que está en Italia trabaja para sostener a la familia también en esta dirección, conjugando, desde la perspectiva del proyecto cultural, la acción pastoral con una presencia influyente en los frentes de la cultura y la comunicación.
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5. Es de gran importancia para la comunidad eclesial, y para la amada nación italiana, este congreso organizado por la Comisión episcopal para la familia y la vida, por el Foro de las Asociaciones familiares y por el Servicio nacional para el proyecto cultural, sobre el tema: âLa familia, sujeto social. RaÃces, desafÃos y proyectosâ, que se celebrará en Roma del 18 al 20 de octubre y en el que participarán más de mil delegados de las diócesis y las asociaciones familiares. Deseo enviar a los congresistas mi más ferviente deseo de éxito en los trabajos y una bendición particular, a fin de que esta valiosa ocasión de estudio y confrontación fortalezca las convicciones sobre el valor del matrimonio y de la familia, y suscite un renovado entusiasmo en el compromiso de servicio a la familia. El tema elegido indica con claridad la dirección que hay que tomar para cambiar la situación social, ya que tampoco en Italia se aplica plenamente un proyecto coherente en el ámbito de la polÃtica familiar, evocada a menudo, pero no siempre realizada.
Es necesario, sobre todo, pasar de una consideración de la familia como sector a una visión de la familia como criterio de medida de toda la acción polÃtica, porque con el bien de la familia están relacionadas todas las dimensiones de la vida humana y social: la tutela de la vida humana; el cuidado de la salud y del ambiente; los planes de desarrollo urbano, que deben ofrecer condiciones de habitabilidad, servicios y espacios verdes a medida de las familias; el sistema escolar, que debe garantizar una pluralidad de intervenciones e iniciativas, tanto estatales como de otros sujetos sociales, partiendo del derecho de elección de los padres; la revisión de los procesos laborales y de los criterios fiscales, que no pueden basarse sólo en la consideración de los individuos, descuidando o, peor aún, perjudicando al núcleo familiar.
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6. El trabajo que espera a los congresistas es muy amplio y arduo, pero existen hoy las condiciones para una significativa inversión de tendencia, partiendo de una aplicación coherente del principio de subsidiariedad en las relaciones entre el Estado y la familia, y de un fuerte impulso cultural que ponga en el centro de la estima y de la atención de todos el valor del matrimonio y de la familia. En efecto, la correcta relación entre el Estado y la familia se funda en la institución jurÃdica del matrimonio que, como afirma la Constitución de la República italiana, es y debe seguir siendo el elemento de garantÃa para el reconocimiento social de las familias. El matrimonio es también la condición que permite al Estado realizar un discernimiento correcto y necesario entre la familia auténtica, con sus derechos inalienables, y otras formas de convivencia.
Como escribà en la Familiaris consortio, queda un punto fundamental de referencia: âLa institución matrimonial no es una injerencia indebida de la sociedad o de la autoridad, ni la imposición extrÃnseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida asà la plena fidelidad al designio de Dios Creadorâ (n. 11).
Ciertamente, la contribución cualificada de los relatores y los expertos, asà como la aportación de todos los participantes en el congreso serán útiles a fin de encontrar los caminos más idóneos para la afirmación y el desarrollo de todo ello en esta nueva etapa. En efecto, por una parte, las familias esperan legÃtimamente la realización de condiciones sociales correspondientes a sus exigencias; y, por otra, deben contribuir a construir un nuevo modelo social a través de su compromiso directo y gracias a la ayuda de las asociaciones familiares que las representan. Deseo expresar mi más viva estima por cuanto ha hecho en Italia el Foro de las asociaciones familiares, que tiene el mérito de haber impulsado un debate de alto nivel sobre los problemas sociales, destacando las exigencias más auténticas de la familia y contribuyendo asà al bien de toda la sociedad italiana.
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7. Espero con alegrÃa el encuentro del sábado 20 de octubre para invocar al Señor juntamente con numerosas familias. Será un momento importante para reflexionar en los desafÃos que conciernen a la familia y en las responsabilidades de los diferentes sujetos en el ámbito de la vida eclesial y civil. Este camino articulado, a lo largo del cual las familias italianas se han comprometido tanto en la reflexión como en la asistencia a la vigilia organizada por la Conferencia episcopal italiana, culminará el domingo por la mañana con la beatificación de los esposos Luis y MarÃa Beltrame Quattrocchi. En espera de celebrar las maravillas del Señor manifestadas en el camino de santidad de este matrimonio, doy las gracias a todas las familias comprometidas en la construcción de la civilización del amor y acompaño con la oración estas jornadas de reflexión y confrontación, invocando sobre todos la protección y la cercanÃa de MarÃa, Reina de la familia.
[DP (2001), 158]
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1. Con vivo compiacimento ho appreso che la Chiesa che è in Italia si prepara a celebrare i venti anni della Familiaris consortio con una serie di iniziative: esse saranno di grande aiuto per il Popolo di Dio, per tutti coloro che sono alla ricerca della verità e per la stessa società civile. Si tratta di iniziative importanti, che desidero accompagnare con la preghiera e con lâaffetto sincero, in attesa di incontrare le famiglie italiane nella veglia che si terrà in Piazza San Pietro sabato 20 ottobre e nella Santa Messa, che avrò la gioia di celebrare il giorno successivo, in occasione della Beatificazione dei coniugi Luigi e Maria Beltrame Quattrocchi.
Quando, nei primi tempi del mio Pontificato, inaugurai i lavori del Sinodo sulla Famiglia, il 26 settembre del 1980, dissi che âla famiglia è lâoggetto fondamentale dellâevangelizzazione e della catechesi della Chiesa, ma essa è anche il suo indispensabile ed insostituibile soggetto: il soggetto creativoâ e aggiunsi che, per questa sua forza creativa, âè proprio la famiglia che dà la vita alla società â. Conclusi poi il discorso ai Padri sinodali ricordando che tutti i compiti della famiglia si riassumono in uno fondamentale: âquello di custodire e conservare semplicemente lâuomo!â.
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2. Molti si domandano: perché la famiglia è così importante? Perché la Chiesa insiste tanto sul tema del matrimonio e della famiglia? Il motivo è semplice, anche se non tutti riescono a comprenderlo: dalla famiglia dipende il destino dellâuomo, la sua felicità , la capacità di dare senso alla sua esistenza. Il destino dellâuomo dipende da quello della famiglia ed è per questo che non mi stanco di affermare che il futuro dellâumanità è strettamente legato a quello della famiglia[35]. Questa verità è così evidente che appare paradossale lâatteggiamento, purtroppo assai diffuso, di chi trascura, offende e relativizza il valore del matrimonio e della famiglia.
La visione dellâuomo, lâinterpretazione della sua unità personale, in cui si esprimono la dimensione corporea, quella intellettiva e quella spirituale, il significato degli affetti e della generazione della vita sono al centro di un dibattito epocale, che incide profondamente sulla condizione della famiglia. Di fronte a questa situazione resta compito primario della Chiesa far emergere le ragioni che rendono urgente e necessario lâimpegno di tutti i cristiani a favore della famiglia. Allo stesso tempo, è compito delle stesse famiglie e di tutte le persone di buona volontà compiere ogni sforzo perché siano riconosciuti i diritti di questa fondamentale istituzione sociale, a vantaggio dei singoli e dellâintera società .
[35] Cfr. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 86 [1981 11 22/86 ]
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3. Il Sinodo sulla Famiglia ha segnato la vita della Chiesa nel suo cammino di attuazione del Concilio Vaticano II, e la Familiaris consortio, che ne ha raccolto il prezioso lavoro, rappresenta una tappa decisiva nellâindividuazione delle responsabilità della famiglia e di ciò che è necessario fare per aiutarla nello svolgimento delle sue insostituibili funzioni. A venti anni da questa Esortazione apostolica, dobbiamo ringraziare Dio per i frutti copiosi che da essa sono derivati alla Chiesa e alla società e dobbiamo cogliere i germogli di bene sbocciati nel cuore delle famiglie, che alla luce degli insegnamenti in essa proposti stanno inaugurando una nuova stagione di vivace protagonismo. Questi venti anni sono serviti per far maturare una diffusa consapevolezza della vocazione e della missione della famiglia e, come accade nel normale corso della vita umana, a questo punto inizia la stagione della maturità , la stagione della piena assunzione di responsabilità .
Eâ necessario da parte della Chiesa accompagnare in modo adeguato questo cammino, fornendo, a partire dalle risorse spirituali che affondano le loro radici nella grazia sacramentale del matrimonio, anche tutti quei contributi umani, culturali e sociali che possono aiutare la famiglia a porsi come centro e crocevia della vita ecclesiale e sociale. Occorre superare ogni ingenuo e improprio dualismo tra vita spirituale e vita sociale. Il bene della famiglia è un bene integrale e le varie dimensioni della sua esistenza non sono separabili. La sua vita, in quanto cellula fondamentale della Chiesa e della società , ha sempre un valore sociale e pubblico, che deve essere riconosciuto, tutelato e promosso.
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4. La famiglia è al principio della storia della salvezza, ma è anche al principio della storia dellâumanità e possiamo dire che ne è lâessenza, perché la storia dellâuomo è sostanzialmente storia dâamore. Non possiamo mai dimenticare che âlâuomo non può vivere senza amore. Egli rimane per se stesso un essere incomprensibile, la sua vita è priva di senso, se non gli viene rivelato lâamore, se non si incontra con lâamore, se non lo esperimenta e non lo fa proprio, se non vi partecipa vivamenteâ[36].
Attorno a questo nucleo centrale dellâesistenza umana ruota la famiglia e da esso prende origine la società . Troppo spesso, ancora oggi, questa verità viene dimenticata, falsificata e calpestata. Devono quindi moltiplicarsi le occasioni di studio e di riflessione, le forme di mobilitazione delle famiglie, le iniziative culturali, sociali e politiche che, nel rispetto dei ruoli e delle competenze, siano però in grado di aiutare i responsabili del bene comune a operare coerentemente con la verità dellâuomo, che comporta sempre, e in primo luogo, la tutela della vita umana, del matrimonio e della famiglia. Da tempo la Chiesa che è in Italia opera a sostegno della famiglia anche in questa direzione, coniugando, nellâottica del progetto culturale, lâazione pastorale con una incisiva presenza sui fronti della cultura e della comunicazione.
[36] Cfr. Ioannis Pauli PP. II Redemptor Hominis, 10; Eiusdem Familiaris Consortio, 18 [1981 11 22/18]
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5. Eâ di grande rilevanza per la comunità ecclesiale, e per lâamata Nazione italiana, codesto Convegno promosso dalla Commissione Episcopale per la famiglia e la vita, dal Forum delle Associazioni familiari e dal Servizio nazionale per il progetto culturale, sul tema âLa famiglia soggetto sociale. Radici, sfide e progettiâ, che si svolgerà a Roma dal 18 al 20 ottobre e a cui parteciperanno oltre mille delegati delle diocesi e delle associazioni familiari. Desidero far giungere ai convegnisti il mio più fervido auspicio per il buon esito dei lavori e una particolare benedizione, affinché questa preziosa occasione di studio e di confronto rafforzi le convinzioni sul valore del matrimonio e della famiglia e susciti un rinnovato entusiasmo nellâimpegno di servizio alla famiglia. Il tema prescelto indica con chiarezza la direzione che occorre imboccare per dare una svolta alla situazione sociale, che anche in Italia non vede ancora pienamente attuato un progetto coerente sul fronte delle politiche familiari, spesso evocate ma non sempre attuate.
Eâ necessario soprattutto passare da una considerazione della famiglia come settore a una visione della famiglia come criterio di misura di tutta lâazione politica, perché al bene della famiglia sono correlate tutte le dimensioni della vita umana e sociale: la tutela della vita umana, la cura della salute e dellâambiente; i piani regolatori delle città , che devono offrire condizioni abitative, servizi e spazi verdi a misura delle famiglie; il sistema scolastico, che deve garantire una pluralità di interventi, di iniziativa sia statale che di altri soggetti sociali, a partire dal diritto di scelta dei genitori; la revisione dei processi lavorativi e dei criteri fiscali, che non possono essere basati solo sulla considerazione dei singoli soggetti, trascurando o, peggio ancora, penalizzando il nucleo familiare.
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6. Il lavoro che attende i convegnisti è quanto mai vasto e impegnativo, ma esistono oggi le condizioni per una significativa inversione di tendenza, a partire da una coerente assunzione del principio di sussidiarietà nei rapporti tra Stato e famiglia e da una forte spinta culturale che riporti al centro della stima e dellâattenzione di tutti il valore del matrimonio e della famiglia. Il corretto rapporto tra lo Stato e la famiglia, infatti, si fonda sullâistituto giuridico del matrimonio, che è, e deve restare, come affermato dalla Costituzione della Repubblica italiana, lâelemento di garanzia per il riconoscimento sociale delle famiglie. Il matrimonio è anche la condizione che permette allo Stato di operare un corretto e necessario discernimento tra la famiglia autentica con i suoi inalienabili diritti e altre forme di convivenza.
Resta un punto fondamentale di riferimento quanto ebbi a scrivere nella Familiaris consortio: âLâistituzione matrimoniale non è una indebita ingerenza della società o dellâautorità , né lâimposizione estrinseca di una forma, ma esigenza interiore del patto dâamore coniugale che pubblicamente si afferma come unico ed esclusivo, perché sia vissuta così la piena fedeltà al disegno di Dio creatoreâ[37].
Certamente il qualificato contributo dei relatori, degli esperti e lâapporto di tutti i partecipanti al Convegno saranno utili per trovare le strade più idonee allâaffermazione ed allo sviluppo di tutto ciò in questa nuova stagione. Le famiglie infatti da una parte attendono legittimamente la realizzazione di condizioni sociali corrispondenti alle loro esigenze, dallâaltra devono contribuire a costruire un nuovo modello sociale attraverso il loro diretto impegno e grazie allâaiuto delle associazioni familiari che le rappresentano. Desidero esprimere il più vivo apprezzamento per quanto fatto in Italia dal Forum della Associazioni familiari, a cui va il merito di aver favorito un dibattito di alto profilo sulle problematiche sociali, dando voce alle istanze più autentiche della famiglia e contribuendo così al bene di tutta la società italiana.
[37]Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 11 [1981 11 22/11]
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7. Attendo con gioia lâincontro di sabato 20 ottobre per invocare il Signore insieme a tante famiglie. Sarà un momento importante per riflettere sulle sfide che riguardano la famiglia e sulle responsabilità dei vari soggetti nel contesto della vita ecclesiale e civile. Questo articolato cammino, che vede le famiglie italiane impegnate sia nella riflessione che nel convenire alla Veglia promossa dalla Conferenza Episcopale Italiana, avrà il suo culmine domenica mattina nella Beatificazione dei coniugi Luigi e Maria Beltrame Quattrocchi. In attesa di poter celebrare le meraviglie del Signore rese visibili nel cammino di santità di questi sposi, rivolgo il mio pensiero grato a tutte le famiglie impegnate nella costruzione della civiltà dellâamore e accompagno con la preghiera queste giornate di riflessione e di confronto, invocando su tutti la protezione e la vicinanza di Maria, Regina della Famiglia.
[Insegnamenti GP II, 24/2 (2001), 559-563]