[1981] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PARA EL BIEN DEL ESTADO Y DE LA SOCIEDAD ES FUNDAMENTAL TUTELAR LA FAMILIA FUNDADA EN EL MATRIMONIO
Discurso Care famiglie, a los participantes en el Encuentro de Fiesta y Oración con la Familia en la Plaza de San Pedro, 20 octubre 2001
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1. Queridas familias de esta amada nación, que habéis venido a Roma para confirmar vuestra fe y vuestra vocación, os saludo a cada una, dándoos un gran abrazo. Saludo también a las familias huéspedes, procedentes de diversos paÃses del centro y del este de Europa, con las que me he encontrado. Mi saludo se extiende al cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia episcopal italiana, y a los demás señores cardenales y obispos presentes, asà como a las autoridades polÃticas y civiles.
Os acojo a todos con gran afecto en esta plaza, corazón de la Iglesia universal, que esta tarde, gracias a la presencia festiva de tantas familias cristianas, se transforma en una gran Iglesia doméstica. Os agradezco vuestro cordial saludo y la alegrÃa que me dais, porque yo también me siento acogido en vuestro corazón.
Esta cita constituye una nueva etapa del camino que el año pasado nos condujo aquÃ, a la plaza de San Pedro, juntamente con muchos de vosotros y con tantas familias de todo el mundo, para celebrar el gran jubileo. Estamos aquà para confirmar este camino y para seguir contemplando a Jesucristo, Luz que âos llama a iluminar con vuestro testimonio los pasos de la humanidad por las sendas del nuevo milenioâ (Discurso en el jubileo de las familias, 14 de octubre de 2000, n. 9: LâOsservatore Romano, edición en lengua española, 20 de octubre de 2000, p. 6).
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2. Para este encuentro habéis elegido el tema: âCreer en la familia es construir el futuroâ. Es un tema arduo, que nos invita a reflexionar en la verdad de la familia y, al mismo tiempo, en su papel para el futuro de la humanidad. En esta reflexión pueden guiarnos algunas preguntas: â¿Por qué creer en la familia?â. Y también: â¿En qué familia creer?â. Y, por último: â¿Quién debe creer en la familia?â.
Para responder a la primera pregunta debemos partir de una verdad originaria y fundamental: Dios cree firmemente en la familia. Desde el inicio, desde el âprincipioâ, al crear al ser humano a su imagen y semejanza, varón y mujer, quiso poner en el centro de su proyecto la realidad del amor entre el hombre y la mujer (cf. Gn 1, 27). Toda la historia de la salvación es un diálogo apasionado entre el Dios fiel, a quien los profetas describen a menudo como el novio y el esposo, y la comunidad elegida, la esposa, tentada con frecuencia por la infidelidad, pero siempre esperada, buscada y amada por su Señor (cf. Is 62, 4-5; Os 1-3). Tan grande y fuerte es la confianza que el Padre tiene en la familia que, también pensando en ella, envió a su Hijo, el Esposo, el cual vino a redimir a su esposa, la Iglesia, y en ella a todo hombre y a toda familia (cf. Carta a las familias, 18).
SÃ, queridas familias, âel Esposo está con vosotrosâ. De esta presencia, acogida y correspondida, brota la particular y extraordinaria fuerza sacramental que transforma vuestra Ãntima unión de vida en un signo eficaz del amor entre Cristo y la Iglesia, y hace de vosotros sujetos responsables y protagonistas de la vida eclesial y social.
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3. El hecho de que Dios haya puesto a la familia como fundamento de la convivencia humana y como paradigma de la vida eclesial, exige de parte de todos una respuesta decidida y convencida. En la Familiaris consortio, cuyo vigésimo aniversario estamos celebrando, afirmé: âFamilia, sé lo que eresâ (n. 17). Hoy añado: Familia, cree en lo que eres; cree en tu vocación a ser signo luminoso del amor de Dios.
Este encuentro nos permite dar gracias a Dios por los dones concedidos a su Iglesia y a las familias que durante estos años han atesorado las enseñanzas conciliares y las contenidas en la Familiaris consortio. Además, debemos dar gracias a la Iglesia que está en Italia y a sus pastores por haber contribuido de modo determinante a la reflexión sobre el matrimonio y la familia con importantes documentos, como Evangelización y sacramento del matrimonio, que desde 1975 ha permitido llevar a cabo un verdadero cambio en la pastoral familiar, y, sobre todo, el Directorio de pastoral familiar, publicado en julio de 1993.
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4. La segunda pregunta nos lleva a reflexionar en un aspecto de gran actualidad, porque hoy, en torno a la idea de familia, se registran opiniones tan diversas que inducen a pensar que ya no existe ningún criterio que la identifique y defina. Además de su dimensión religiosa, la familia tiene una dimensión social. El valor y el papel de la familia son igualmente evidentes desde este otro punto de vista. Hoy, por desgracia, asistimos a la difusión de visiones distorsionadas y muy peligrosas, alimentadas por ideologÃas relativistas y difundidas insistentemente por los medios de comunicación social. En realidad, por el bien del Estado y de la sociedad es de fundamental importancia proteger a la familia fundada en el matrimonio, entendido como acto que sanciona el compromiso recÃproco públicamente expresado y regulado, la aceptación plena de la responsabilidad con respecto al otro y a los hijos, y la titularidad de derechos y deberes como núcleo social primario en el que se funda la vida de la Nación.
Si falla la convicción de que de ningún modo se puede equiparar la familia fundada en el matrimonio con otras formas de unión afectiva, corre peligro la misma estructura social y su fundamento jurÃdico. El desarrollo armonioso y el progreso de un pueblo dependen en gran medida de su capacidad de invertir en la familia, garantizando en el ámbito legislativo, social y cultural la realización plena y efectiva de sus funciones y sus obligaciones.
Queridas familias, en un sistema democrático es fundamental manifestar las razones que motivan la defensa de la familia fundada en el matrimonio, la cual es la fuente principal de esperanza para el futuro de la humanidad, como expresa muy bien la segunda parte del tema elegido para este encuentro. Asà pues, esperamos que las personas, las comunidades y los sujetos sociales crean cada vez más en la familia fundada en el matrimonio, lugar de amor y solidaridad auténtica.
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5. En realidad, para mirar con confianza al futuro es necesario que todos crean en la familia, asumiendo las responsabilidades correspondientes a su papel. Respondemos asà a la tercera pregunta, de las que hemos partido: â¿Quién debe creer en la familia?â. En primer lugar, quisiera subrayar que los primeros garantes del bien de la familia son los esposos mismos, viviendo cada dÃa con responsabilidad sus compromisos, sus alegrÃas y sus esfuerzos, y también dando origen, con formas asociadas e iniciativas culturales, a instancias sociales y legislativas que contribuyan a sostener la vida familiar. Es conocido y apreciado el trabajo realizado durante estos años por el Foro de las asociaciones familiares, al que expreso mi estima por todo lo que ha hecho y también por la iniciativa denominada Familia por familia, con la que quiere fortalecer las relaciones de solidaridad entre las familias italianas y las de los paÃses del este de Europa.
Una responsabilidad particular tienen los polÃticos y los gobernantes, a quienes compete aplicar las normas constitucionales y aceptar las peticiones más auténticas de la población, compuesta en su gran mayorÃa por familias que han fundado su unión en el vÃnculo matrimonial. Por tanto, se esperan con razón intervenciones legislativas centradas en la dignidad de la persona humana y en la correcta aplicación del principio de subsidiariedad entre el Estado y la familia; intervenciones que puedan solucionar cuestiones importantes y, en muchos casos, decisivas para el futuro del paÃs.
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6. En particular, es importante y urgente aplicar plenamente un sistema escolar y educativo que otorgue un lugar central a la familia y a su libertad de elección. No se trata, como algunos afirman erróneamente, de quitar algo a la escuela pública para darlo a la escuela privada, sino más bien de superar una injusticia fundamental que perjudica a todas las familias, impidiendo una efectiva libertad de iniciativa y de elección. De este modo, se imponen ulteriores cargas a quienes desean ejercer el derecho fundamental de elegir la orientación educativa de sus hijos, prefiriendo escuelas que prestan un servicio público, aunque no sean estatales.
Es de desear también un decidido salto de calidad en la programación de las polÃticas sociales, que deberÃan tener cada vez más en cuenta el papel fundamental de la familia para adecuar a sus necesidades las opciones en el ámbito de la planificación urbanÃstica, la organización del trabajo, la definición del salario y los criterios de tasación. También es preciso prestar una atención particular a la legÃtima preocupación de numerosas familias que denuncian una creciente decadencia de los medios de comunicación, a los cuales, difundiendo violencia, banalidad y pornografÃa, cada vez les importa menos la presencia de los menores y sus derechos. Las instituciones y las fuerzas sociales no pueden abandonar a las familias a sà mismas en su esfuerzo por garantizar a sus hijos ambientes sanos, positivos y ricos en valores humanos y religiosos.
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7. Queridas familias, al afrontar estos grandes desafÃos no os desalentéis y no os sintáis solas: el Señor cree en vosotras; la Iglesia camina con vosotras; los hombres de buena voluntad os miran con confianza.
Estáis llamadas a ser protagonistas del futuro de la humanidad, modelando el rostro de este nuevo milenio. En esta tarea os asiste y guÃa la Virgen MarÃa, nuestra Madre, presente aquÃ, en medio de nosotros, en una imagen suya particularmente venerada. A la Virgen de Loreto, Reina de la familia, que en la casa de Nazaret, con su esposo san José, experimentó las alegrÃas y los sufrimientos de la vida familiar, le encomiendo hoy todas vuestras esperanzas, invocando su celestial protección. AmadÃsimos esposos, que el Señor os confirme en el compromiso que asumisteis con las promesas matrimoniales el dÃa de vuestra boda. El Papa y la Iglesia oran por vosotros.
De corazón os bendigo a vosotros y a vuestros hijos.
[DP (2001), 160]
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1. Care famiglie di questa amata nazione, che siete convenute a Roma per confermare la vostra fede e la vostra vocazione, vi saluto ad una ad una, stringendovi a me in un grande abbraccio. Il mio saluto si estende al Cardinale Camillo Ruini, Presidente della Conferenza Episcopale Italiana, agli altri Signori Cardinali e Vescovi presenti, come pure alle Autorità politiche e civili.
Accolgo tutti con grande affetto in questa Piazza, cuore della Chiesa universale. Essa si trasforma stasera, grazie alla festosa presenza di tante famiglie cristiane, in una grande Chiesa domestica. Vi ringrazio per il vostro caloroso saluto e per la gioia che mi date nel sentirmi, a mia volta, accolto nel vostro cuore.
Questo appuntamento costituisce una nuova tappa del cammino, che lo scorso anno ci ha visti riuniti qui a Piazza San Pietro, assieme a molti di voi e a tante altre famiglie di tutto il mondo, per celebrare il Grande Giubileo. Siamo qui per confermare questo cammino e per fissare ancora lo sguardo su Gesù Cristo, Luce che âvi chiama ad illuminare con la vostra testimonianza il cammino dellâumanità sulle strade del nuovo millennio!â[38].
[38]Ioannis Pauli PP. II Sermo in Foro Petriano occasione data Iubilaei familiarum, 9, die 14 oct. 2000: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XXIII, 2 (2000) 604 [2000 10 14/9]
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2. Per questo incontro avete scelto il tema: âCredere nella famiglia è costruire il futuroâ. Eâ un tema impegnativo che ci invita a riflettere sulla verità della famiglia e nello stesso tempo sul suo ruolo per il futuro dellâumanità . Possono guidarci in questa riflessione alcune domande: âperché credere nella famigliaâ? E ancora: âin quale famiglia credereâ? E infine: âchi deve credere nella famigliaâ?
Per rispondere alla prima domanda dobbiamo partire da una verità originaria e fondamentale: Dio crede fermamente nella famiglia. Fin dallâinizio, dal «principio», creando lâessere umano a sua immagine e somiglianza, maschio e femmina, ha voluto collocare al centro del suo progetto la realtà dellâamore tra lâuomo e la donna[39]. Tutta la storia della salvezza è un appassionato dialogo tra il Dio fedele, che i profeti spesso descrivono come il fidanzato e lo sposo, e la comunità eletta, la sposa, spesso tentata dallâinfedeltà , ma sempre attesa, cercata e riamata dal suo Signore[40]. Tanto grande e forte è la fiducia che il Padre nutre verso la famiglia che, anche pensando ad essa, ha inviato suo Figlio, lo Sposo, venuto a redimere la sua sposa, la Chiesa, e in essa ogni uomo e ogni famiglia[41].
Sì, care famiglie, âlo Sposo è con voi!â. Da questa presenza, accolta e corrisposta, scaturisce quella particolare e straordinaria forza sacramentale che trasforma la vostra intima unione di vita in segno efficace dellâamore tra Cristo e la Chiesa e vi pone come soggetti responsabili e protagonisti della vita ecclesiale e sociale.
[39] Cfr. Io. 1, 27.
[40] Cfr Is. 62, 4-5; Os. 1-3.
[41]Ioannis Pauli PP. II Epistula familiis data ocurrente Familiae anno Gratissimam Sane, 18, die 12 febr. 1994: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVII, 1 (1994) 364 [1994 02 02a/18]
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3. Il fatto che Dio abbia posto la famiglia come fondamento della convivenza umana e come paradigma della vita ecclesiale, esige da parte di tutti una risposta decisa e convinta. Nella Familiaris consortio, di cui ricorre il ventennale, ebbi a dire: âFamiglia, diventa ciò che seiâ[42]. Oggi aggiungo: âFamiglia, credi in ciò che seiâ; credi nella tua vocazione ad essere segno luminoso dellâamore di Dio.
Questo incontro ci permette di ringraziare Dio per i doni elargiti alla sua Chiesa e alle famiglie che in questi anni hanno fatto tesoro degli insegnamenti conciliari e di quelli contenuti nella Familiaris consortio. Dobbiamo essere grati, inoltre, alla Chiesa che è in Italia e ai suoi Pastori per aver contribuito in modo determinante alla riflessione sul matrimonio e sulla famiglia con importanti documenti come Evangelizzazione e sacramento del matrimonio, che fin dal 1975 ha permesso di operare una vera svolta nella pastorale familiare, e soprattutto il Direttorio di pastorale familiare, pubblicato nel luglio 1993.
[42]Eiusdem Familiaris Consortio, 17 [1981 11 22/17]
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4. Il secondo interrogativo ci porta a riflettere su un aspetto di grande attualità , perché oggi attorno allâidea di famiglia si registrano opinioni così diverse da indurre a pensare che non esista più alcun criterio che la qualifichi e la definisca. Accanto alla dimensione religiosa della famiglia, câè anche una sua dimensione sociale. Il valore e il ruolo della famiglia sono altrettanto evidenti da questâaltro punto di vista. Oggi, purtroppo, assistiamo al diffondersi di visioni distorte e quanto mai pericolose, alimentate da ideologie relativistiche, pervasivamente diffuse dai media. In realtà , per il bene dello Stato e della società è di fondamentale importanza tutelare la famiglia fondata sul matrimonio, inteso come atto che sancisce il reciproco impegno pubblicamente espresso e regolato, lâassunzione piena di responsabilità verso lâaltro e i figli, la titolarità di diritti e doveri come nucleo sociale primario su cui si fonda la vita della Nazione.
Se viene meno la convinzione che in nessun modo si può equiparare la famiglia fondata sul matrimonio ad altre forme di aggregazione affettiva, è minacciata la stessa struttura sociale e il suo fondamento giuridico. Lo sviluppo armonico e il progresso di un popolo dipendono in larga misura dalla sua capacità di investire sulla famiglia, garantendo a livello legislativo, sociale e culturale la piena ed effettiva realizzazione delle sue funzioni e dei suoi compiti.
Care famiglie, in un sistema democratico diventa fondamentale dare voce alle ragioni che motivano la difesa della famiglia fondata sul matrimonio. Essa è la principale fonte di speranza per il futuro dellâumanità , come è ben espresso nella seconda parte del tema scelto per questo incontro. La nostra speranza è quindi che singoli, comunità e soggetti sociali credano sempre più nella famiglia fondata sul matrimonio, luogo di amore e di autentica solidarietà .
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5. In realtà , per guardare con fiducia al futuro è necessario che tutti credano nella famiglia, assumendosi le responsabilità corrispondenti al proprio ruolo. Rispondiamo così alla terza domanda da cui siamo partiti: âchi deve credere nella famigliaâ? Vorrei in primo luogo sottolineare che i primi garanti del bene della famiglia sono i coniugi stessi, sia vivendo con responsabilità , ogni giorno, impegni, gioie e fatiche, sia dando voce, con forme associate e iniziative culturali, ad istanze sociali e legislative atte a sostenere la vita familiare. Eâ conosciuto e apprezzato il lavoro svolto in questi anni dal Forum delle associazioni familiari, a cui esprimo il mio apprezzamento per quanto fatto e anche per lâiniziativa denominata Family for family, con cui si intende rafforzare i rapporti di solidarietà tra le famiglie italiane e quelle dei Paesi dellâEst europeo.
Una particolare responsabilità grava sui politici e sui governanti, a cui compete di attuare il dettato costituzionale e recepire le istanze più autentiche della popolazione composta in larghissima maggioranza da famiglie che hanno fondato la loro unione sul vincolo matrimoniale. Giustamente quindi si attendono interventi legislativi, incentrati sulla dignità della persona umana e sulla corretta applicazione del principio di sussidiarietà tra lo Stato e la famiglia; interventi capaci di avviare a soluzione questioni importanti, e per molti versi decisive, per il futuro del Paese.
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6. Importante e urgente è, in particolare, dare piena attuazione ad un sistema scolastico ed educativo che abbia il suo centro nella famiglia e nella sua libertà di scelta. Non si tratta, come alcuni erroneamente affermano, di togliere alla scuola pubblica per dare alla scuola privata, quanto piuttosto di superare una sostanziale ingiustizia che penalizza tutte le famiglie impedendo unâeffettiva libertà di iniziativa e di scelta. Si impongono in tal modo oneri aggiuntivi a chi desidera esercitare il fondamentale diritto di orientare lâindirizzo educativo dei figli scegliendo scuole che svolgono un servizio pubblico pur non essendo statali.
Eâ auspicabile anche un deciso salto di qualità nella programmazione delle politiche sociali, che dovrebbero sempre più considerare la centralità della famiglia per commisurare alle sue necessità le scelte nellâambito della pianificazione residenziale, dellâorganizzazione del lavoro, della definizione del salario e dei criteri di tassazione. Una particolare attenzione deve poi essere riservata alla legittima preoccupazione di tante famiglie che denunciano un crescente degrado nei mezzi di comunicazione, i quali, veicolando violenza, banalità e pornografia, si rivelano sempre meno attenti alla presenza dei minori e ai loro diritti. Le famiglie non possono essere abbandonate a se stesse dalle istituzioni e dalle forze sociali nello sforzo di garantire ai figli ambienti sani, positivi e ricchi di valori umani e religiosi.
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7. Care famiglie, nellâaffrontare queste grandi sfide non vi scoraggiate e non sentitevi sole: il Signore crede in voi; la Chiesa cammina con voi; gli uomini di buona volontà guardano con fiducia a voi!
Voi siete chiamate ad essere protagoniste del futuro dellâumanità , plasmando il volto di questo nuovo millennio. In questo compito vi assiste e vi guida la Vergine Maria, nostra Madre, qui presente in mezzo a noi in una sua immagine particolarmente venerata. Alla Madonna di Loreto, Regina della Famiglia, che nella casa di Nazaret, con il suo sposo Giuseppe, ha sperimentato le gioie e le fatiche della vita familiare, affido ogni vostra speranza, invocandone la celeste protezione. Carissimi sposi, il Signore vi confermi nellâimpegno assunto con le promesse coniugali nel giorno delle nozze. Il Papa prega per voi. Di gran cuore vi benedice, insieme con i vostri figli!
[Insegnamenti GP II, 24/2 (2001), 580-584]