[2045] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA PÉRDIDA DEL SENTIDO DE DIOS EN LA SOCIEDAD MINA LA VIDA FAMILIAR
Discurso What we preach, Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda, en la visita ad limina, 13 septiembre 2004
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4. En su sagrada liturgia la Iglesia encuentra fuerza e inspiración para su misión evangelizadora. Esto se expresó con gran claridad durante el SÃnodo para OceanÃa: âLa finalidad por la que se está con Jesús es partir desde Jesús, contando siempre con su fuerza y su graciaâ (Ecclesia in Oceania, 3). Esta dinámica, articulada durante la oración después de la comunión y el rito de conclusión de toda misa (cf. Dies Domini, 45), lleva a todo cristiano a la tarea de la evangelización de la cultura. Es un deber que ningún creyente puede descuidar. Los discÃpulos de Cristo, enviados por el Señor mismo a la viña, es decir, a los hogares, las escuelas, los lugares de trabajo y las organizaciones civiles, no tienen tiempo para âestar en la plaza ociososâ (Mt 20, 3), ni pueden estar tan absorbidos por los aspectos internos de la vida parroquial, que descuiden el mandato de evangelizar activamente a los demás (cf. Christifideles laici, 2). Estimulados por la palabra y fortalecidos por los sacramentos, los seguidores de Jesús deben volver a su âviñaâ con el deseo de âhablarâ de Cristo y âmostrarloâ al mundo (cf. Novo millennio ineunte, 16).
Queridos hermanos, vuestras cartas pastorales son un excelente testimonio de que buscáis presentar seriamente la verdad de Cristo en el ámbito público. Las relaciones cordiales que habéis entablado diligentemente con las autoridades gubernamentales os permiten permanecer firmes, cuando es necesario, en vuestra valoración de sus deliberaciones. A este respecto, os animo a seguir asegurando que vuestras declaraciones transmitan con claridad toda la enseñanza del magisterio de la Iglesia. Entre los numerosos desafÃos que debéis afrontar en la actualidad a este respecto está la necesidad de defender la santidad y unicidad del matrimonio. La institución del matrimonio, establecido por el Creador con una naturaleza y una finalidad propias, preservado por la ley moral natural, y presente en todas las culturas, implica necesariamente la complementariedad del marido y de la mujer, que participan en la actividad creadora de Dios procreando y educando a sus hijos. Los esposos merecen justamente un reconocimiento legal especÃfico y categórico por parte del Estado, mientras que cualquier intento de equiparar con el matrimonio otras formas de cohabitación viola su papel único en el plan de Dios para la humanidad.
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5. Dentro del contexto de la evangelización de la cultura, deseo destacar la notable contribución de vuestras escuelas católicas. Su crecimiento ha enriquecido la fe de la comunidad cristiana y ha contribuido a la promoción de la excelencia de la nación. Sin embargo, la calidad de nuestras escuelas no se puede medir sólo en cifras. Las escuelas católicas hoy deben ser agentes activos de evangelización en el centro de la vida parroquial. Con este fin, me dirijo en particular a los generosos y sinceros fieles jóvenes de Nueva Zelanda: Afrontad vuestra educación religiosa con entusiasmo. Escuchad la voz de Jesús, que os llama a participar en la vida de su familia, la Iglesia. Ocupad el lugar que os corresponde en la vida parroquial.
La catequesis y la educación religiosa hoy es un apostolado arduo. Doy las gracias y animo a los numerosos laicos, hombres y mujeres que, junto con los religiosos, se esfuerzan con entrega incondicional por asegurar que âlos bautizados (...) sean cada vez más conscientes del don recibido de la feâ (Gravissimum educationis, 2). Como obispos, tenéis la grave obligación de ayudar a los profesores a profundizar en su testimonio personal de Jesucristo entre los jóvenes y a aumentar su disponibilidad a enseñar a los alumnos a orar, haciendo asà aún mayor su contribución a la naturaleza y a la misión especÃficas de la educación católica. Eso exige, sobre todo en los profesores especializados, una sólida formación teológica y espiritual que esté en armonÃa con la de vuestros sacerdotes; eso pone también de manifiesto la necesidad de asegurar que vuestras capellanÃas de educación superior sean fuentes vibrantes de catequesis eficaz. En esta ocasión deseo, asimismo, hacer un llamamiento en particular a los religiosos de vida apostólica: fortaleced vuestro compromiso en favor del apostolado educativo y escolar. En los lugares donde los jóvenes se alejan fácilmente del camino de la verdad y de la libertad auténtica, el testimonio que dan las personas consagradas de los consejos evangélicos es un don maravilloso e insustituible.
[OR (ed. esp.) 24-IX-2004, 3]
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4. From her sacred liturgy, the Church draws strength and inspiration for her mission to evangelize. This was expressed with great clarity during the Synod for Oceania: the âpurpose of being with Jesus is to go forth from Jesus, in his power and with his graceâ 13[227]. This dynamic, articulated during the Prayer after Communion and the Concluding Rite of every Mass[228]14, directs every Christian to the task of the evangelization of culture. It is a duty that no single believer can ignore. Sent by the Lord himself into the vineyard â the home, schools, the workplace, civic organizations â Christâs disciples find no time for âstanding idle in the marketplaceâ[229]15 nor can they be so absorbed by the internal aspects of parish life that they are distracted from the command to evangelize others actively[230]16. Spurred on by word and strengthened by sacrament, the followers of Jesus must return to their âvineyardâ burning with a desire to âspeakâ of Christ and to âshowâ him to the world[231]17.
Dear Brothers, your own pastoral letters are a fine example of the way in which you earnestly seek to present the truth of Christ in the public arena. The cordial relations which you have diligently developed with the government authorities allow you to be firm in your appraisal of their deliberations when necessary. In this regard, I encourage you to continue to ensure that your statements clearly convey the whole of the Churchâs magisterial teaching. Among the many challenges currently confronting you in this regard is the need to defend the sanctity and uniqueness of marriage. Established by the Creator with its own nature and purpose, preserved in natural moral law, and given expression in all cultures, the institution of marriage necessarily entails the complementarity of husbands and wives who participate in Godâs creative activity through the bearing and raising of children. Spouses rightly deserve specific and categorical legal recognition by the State, while any attempt to equate marriage with other forms of cohabitation violates its unique role in Godâs plan for humanity.
[227]1 Ioannis Pauli PP. II Ecclesia in Oceania, 3.
[228]1 Cfr. Eiusdem Dies Domini, 45.
[229]1 Matth, 20, 3.
[230]1 Cfr. Ioannis Pauli PP. II Christifideles Laici, 2.
[231]1 Cfr. Ioannis Pauli PP. II Novo Millennio Ineunte, 16.
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5. Within the context of the evangelization of culture, I wish to acknowledge the outstanding contribution of your Catholic schools. Their growth has enriched the faith of the Christian community and contributed to the promotion of excellence in the nation. The worth of our schools cannot, however, be measured simply in numbers. Catholic schools today must be active agents of evangelization at the heart of parish life! To this end I appeal directly to the generous and sincere young faithful of New Zealand: Enter into your religious education with enthusiasm! Listen to the voice of Jesus calling you to share in the life of his family, the Church! Take up your rightful place in parish life!
Catechesis and religious education today is a taxing apostolate. I thank and encourage those many lay men and women, together with Religious, who with unstinting dedication strive to ensure that âthe baptized ... become daily more appreciative of the gift of faith which they have receivedâ[232]18. As Bishops, it is your grave obligation to assist teachers to deepen their personal witness to Jesus Christ among the young and to grow in their readiness to teach pupils to pray, thereby enriching their contribution to the specific nature and mission of Catholic education. This demands, particularly for specialist teachers, a solid theological and spiritual preparation that is in harmony with that of your priests; it also points to the need to ensure that your tertiary education chaplaincies are vibrant sources of sound catechesis. Here I wish also to make a special appeal to the apostolic Religious: strengthen your commitment to the educational and school apostolate! In places where the young are easily lured away from the path of truth and genuine freedom, the consecrated personâs witness to the evangelical counsels is a marvellous and irreplaceable gift.
[Insegnamenti GP II, 27/2 (2004), 251-252]
[232]1 Gravissimum Educationis, 2.