[2153] • BENEDICTO XVI (2005- • ATAQUES CONTRA LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA
Del Discurso O texto durante la celebración de la Vísperas con los Obispos de Brasil en la Catedral de São Paulo, 11 mayo 2007
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3. El ministerio episcopal nos impulsa al discernimiento de la voluntad salvÃfica, a la búsqueda de una pastoral que ayude al pueblo de Dios a reconocer y acoger los valores trascendentes, con fidelidad al Señor y al Evangelio.
Es verdad que los tiempos actuales son difÃciles para la Iglesia y muchos de sus hijos están sufriendo. La vida social atraviesa momentos de confusión desconcertante. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia, comenzando por hacer concesiones ante presiones capaces de influir negativamente en los procesos legislativos; se justifican algunos crÃmenes contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se extiende la herida del divorcio y de las uniones libres. Más aún, cuando en el seno de la Iglesia se cuestiona el valor del compromiso sacerdotal como entrega total a Dios a través del celibato apostólico y como disponibilidad total para servir a las almas, y se da preferencia a las cuestiones ideológicas y polÃticas, incluso partidarias, la estructura de la consagración total a Dios comienza a perder su significado más profundo.
¿Cómo no sentir tristeza en nuestra alma? Pero tened confianza: la Iglesia es santa e incorruptible (cf. Ef 5, 27). DecÃa san AgustÃn: âLa Iglesia vacilará si vacila su fundamento; pero ¿podrá vacilar Cristo? Dado que Cristo no vacila, la Iglesia per- manecerá intacta hasta el fin de los tiemposâ (Enarrationes in Psalmos, 103, 2, 5: PL 37, 1353).
[Insegnamenti BXVI, III/1 (2007), 824-825]
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3. O ministério episcopal nos impele ao discernimento da vontade salvÃfica, na busca de uma pastoral que eduque o Povo de Deus a reconhecer e acolher os valores transcendentes, na fidelidade ao Senhor e ao Evangelho.
à verdade que os tempos de hoje são difÃceis para a Igreja e muitos dos seus filhos estão atribulados. A vida social está atravessando momentos de confusão desnorteadora. Ataca-se impunemente a santidade do matrimônio e da famÃlia, iniciando-se por fazer concessões diante de pressões capazes de incidir negativamente sobre os processos legislativos; justificam-se alguns crimes contra a vida em nome dos direitos da liberdade individual; atenta-se contra a dignidade do ser humano; alastra-se a ferida do divórcio e das uniões livres. Ainda mais: no seio da Igreja, quando o valor do compromisso sacerdotal é questionado como entrega total a Deus através do celibato apostólico e como disponibilidade total para servir à s almas, dando-se preferência à s questões ideológicas e polÃticas, inclusive partidárias, a estrutura da consagração total a Deus começa a perder o seu significado mais profundo.
¿Como não sentir tristeza em nossa alma? Mas tende confiança: a Igreja é santa e incorruptÃvel (cf. Ef 5,27). Dizia Santo Agostinho: âVacilará a Igreja se vacila o seu fundamento, mas poderá talvez Cristo vacilar? Visto que Cristo não vacila, a Igreja permanecerá intacta até o fim dos temposâ (Enarrationes in Psalmos, 103,2,5; PL, 37, 1353.)