[2163] • BENEDICTO XVI (2005- • DEFENDER LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO Y LOS VALORES FAMILIARES ESENCIALES
Del Discurso I am happy a los miembros de la Conferencia Episcopal de Togo en visita ad limina, 22 junio 2007
2007 06 22 0004
En efecto, âla Iglesia, como cuerpo organizado dentro de la comunidad y de la nación, tiene el derecho y el deber de participar plenamente en la edificación de una sociedad justa y pacÃfica con todos los medios a su alcanceâ (Ecclesia in Africa, 107). Alabo en particular vuestro compromiso en la protección y el respeto de la vida, que habéis tenido ocasión de expresar muchas veces y, también recientemente, manifestando de modo especial vuestra oposición al aborto.
Por lo demás, la promoción de la verdad y de la dignidad del matrimonio, asà como la preservación de los valores familiares esenciales deben figurar entre vuestras principales prioridades. La pastoral familiar es un elemento esencial para la evangelización, pues permite descubrir a los jóvenes lo que significa un compromiso único y fiel. Os exhorto, pues, a prestar atención especial a la formación de las parejas y de las familias. Mediante sus obras sociales y su actividad en el campo de la salud, donde están comprometidos numerosos religiosos, religiosas y laicos competentes, la Iglesia manifiesta también la presencia amorosa de Dios a las personas que sufren o atraviesan necesidades, y contribuye al progreso de la justicia y al respeto de la dignidad de las personas.
Desde esta misma perspectiva, os animo a proseguir vuestros esfuerzos para promover las escuelas católicas, que son lugares de educación integral al servicio de las familias y de la transmisión de la fe. A pesar de las grandes dificultades que pueden encontrar, su papel es esencial para permitir a los jóvenes adquirir una sólida formación humana, cultural y religiosa. Ojalá que los educadores y los profesores sean ellos mismos modelos de vida cristiana para los jóvenes.
[Insegnamenti BXVI, III/1 (2007), 1170-1171]
2007 06 22 0004
In fact, âas a body organized within the community and the nation, the Church has both the right and the duty to participate fully in building a just and peaceful society with all the means at her disposalâ (ibid., n. 107). I praise in particular your commitment to the protection of and respect for life which you have had the opportunity to express on numerous occasions, and quite recently demonstrating it once again in detail by your opposition to abortion.
Moreover, the promotion of the truth and dignity of marriage as well as the preservation of essential family values must feature among your principal priorities. Pastoral care of the family is an essential element for evangelization and enables young people to discover what a commitment that is unique and faithful entails. I therefore urge you to pay special attention to the formation of couples and families. Through her work of social assistance and her action in the health-care sector in which numerous competent men and women religious and lay people are involved, the Church also expresses Godâs loving presence to people suffering or in distress and contributes to the progress of justice and respect for human dignity.
In this same perspective, I encourage you to continue your efforts to promote Catholic schools, which provide an integral education at the service of families and of the transmission of faith. Their role, despite the great difficulties they can encounter, is essential to enabling young people to acquire a sound human, cultural and religious formation. May educators and teachers themselves be models of Christian life for the young!