[2249] • BENEDICTO XVI (2005- • PROMOVER LA UNIDAD Y BIENESTAR DE LA FAMILIA CRISTIANA
Del Discurso I am pleased to welcome you, a los Obispos de Gambia, Sierra Leona y Liberia, en visita ad limina, 29 de abril de 2010
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[2.] La II Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos fue una experiencia rica de comunión y una ocasión providencial para renovar vuestro ministerio episcopal y reflexionar sobre su tarea esencial, es decir, “ayudar al pueblo de Dios a que corresponda a la palabra de la Revelación con la obediencia de la fe y abrace íntegramente la enseñanza de Cristo” (Pastores gregis, 31). Me complace saber por vuestras relaciones quinquenales que, a la vez que os dedicáis a administrar vuestras diócesis, os esforzáis personalmente por predicar el Evangelio en las confirmaciones, en vuestras visitas a las parroquias, en los encuentros con grupos de sacerdotes, religiosos o fieles laicos, y en vuestras cartas pastorales. Mediante vuestra enseñanza el Señor preserva a vuestros pueblos del mal, de la ignorancia y de la superstición, y los transforma en hijos de su reino. Esforzaos por construir comunidades vigorosas y expansivas de hombres y mujeres fuertes en su fe, contemplativos y gozosos en la liturgia, y bien instruidos sobre “como conviene que vivan para agradar a Dios” (1 Ts 4, 1). En un contexto marcado por el divorcio y la poligamia, promoved la unidad y el bienestar de la familia cristiana basada en el sacramento del matrimonio. Las iniciativas y asociaciones dedicadas a la santificación de esta comunidad básica merecen todo vuestro apoyo. Seguid defendiendo la dignidad de las mujeres en el marco de los derechos humanos y protegiendo a vuestros pueblos contra los intentos de introducir una mentalidad antinatalista, disfrazada como una forma de progreso cultural (cf. Caritas in veritate, 28). Vuestra misión también requiere que prestéis atención a un adecuado discernimiento y preparación de las vocaciones y a la formación permanente de los sacerdotes, que son vuestros colaboradores más directos en la tarea de la evangelización. Seguid guiándolos con la palabra y el ejemplo a ser hombres de oración, firmes y claros en su enseñanza, maduros y respetuosos en sus relaciones con los demás, fieles a sus compromisos espirituales y fuertes en la compasión hacia todos los necesitados. Asimismo, no dudéis en invitar a misioneros de otros países para contribuir a la buena labor que realizan vuestros sacerdotes, religiosos y catequistas.